Mensaje de Mons. Carlos Alberto Correa Martínez en La Caravana fluvial humanitaria por la Vida y La Paz
28/04/2021
Los días 19 y 23 de abril se llevó a cabo La Caravana fluvial humanitaria por la Vida y La Paz, entre los municipios de Guapi, Timibiquí y López de Micay. El objetivo fue visibilizar las problemáticas de violencia que allí se viven y que siguen afectando la tranquilidad de las comunidades. El evento fue convocado por el Vicariato Apostólico de Guapi, COCOCAUCA y la Mesa Étnica Territorial de Paz, que la conforman organizaciones de comunidades afrodescendientes de varios municipios.
Según COCOCAUCA, espacio de articulación político y social en defensa de los derechos de las comunidades negras de la costa pacífica del Cauca, La Caravana por la Vida y la paz, buscó visibilizar la grave situación humanitaria que se vive en los territorios del Pacífico del Cauca como consecuencia de la no implementación integral del Acuerdo de Paz; el recrudecimiento del conflicto armado, la militarización de los territorios, la exclusión social, el incremento de la pobreza, la violencia basada en la orientación sexual y la identidad de género, entre otras problemáticas.
A partir de este espacio por la defensa de los derechos humanos, el Vicario Apostólico de Guapi, realizó la siguiente intervención:
“Por amor a Colombia, nuestra Región Pacifica nos damos cita a esta hora de la historia para recordar lo fundamental en el progreso de los pueblos: el respeto a la vida, la libertad y la dignidad de las personas.
Nos encontramos frente a duras realidades como: el asesinato alarmante de líderes sociales, las economías ilegales, el crimen organizado, el crecimiento exponencial de los cultivos ilícitos que cada día toman más fuerza y que son actividades que controlan los grupos armados en nuestra región, desplazados, las mujeres maltratadas y viudas, los niños que crecen sin el afecto de sus padres y son reclutados para la guerra; en una palabra, las víctimas de la absurda violencia.
Va contra la cultura de la vida, una cultura llamada de la muerte que justifica la muerte como la solución a los problemas. Nuestra vida humana es un don de Dios que se debe cuidar y respetar.
La Caravana por la vida y por la paz, pretende tocar el corazón humano para quitarle su dureza, como dice el cardenal Sarah, ‘si el hombre no vuelve con todo su corazón a Dios, todo volverá a ser como antes y el camino del hombre hacia el abismo será ineludible’.
La base de la justicia está en el respeto a la dignidad de toda persona y a sus derechos fundamentales, naveguemos llevando el mensaje de la vida y de la paz a través del anuncio de la reconciliación, la justicia y el perdón.
Limones, Noanamito, Zaragoza, Suarez, López de Micay, Puerto Saija, Guapi; en medio de la alegría por el blanco de la bandera, símbolo de vida y de esperanza, también se percibe el miedo y la zozobra por la dictadura del relativismo moral.
Nos comprometemos con la paz, la paz que comienza en el corazón. No a los discursos, si a la vida en paz.
Necesitamos también gestos, miradas, necesitamos concreción porque los violentos tienen muchos gestos y los pacíficos nos estamos quedando dormidos.
Atiende generoso nuestras suplicas, ya que, hemos alcanzado esta cruz como testimonio de nuestra fe y concédenos que, viviendo aquí en la tierra, unidos siempre al misterio de la pasión de Cristo, alcancemos el gozo eterno de la paz, la vida, la resurrección. Por cristo nuestro señor, amén”.