Jeison Balmaceda, un ejemplo de gozo en la alegría de los demás
Jeison Balmaceda es de origen venezolano, sin embargo, su corazón es colombiano ya que desde hace 16 años habita en la tierra que como él dice lo ha visto formarse y crecer.
Aunque sin duda tiene un sin número de experiencias que contar, aquella que lo hace sentir más orgulloso es que desde hace un tiempo encontró, por cosas del destino, su vocación. Su propósito no es otro que ayudar a las personas que más lo necesitan y seguir sembrando, como pueda, esperanza y felicidad
Vive en el barrio La Fortaleza de Cúcuta, un asentamiento que se creó hace más de 10 años cuando cerca de dos mil familias llegaron a residir. Se encuentra ubicado a un costado del anillo vial occidental, en la vía Cúcuta-El Zulia, y su nombre alude a todas las pruebas que sus habitantes han tenido que enfrentar.
Intentos de desalojo, criminalidad, falta de garantías para acceder a servicios públicos, escasez de alimentos y señalamientos a sus pobladores son parte de la historia que ha acompañado este lugar desde su surgimiento.
Jeison no ha sido ajeno a esta realidad, de hecho, la ha vivido de primera mano. Conoce las necesidades de su vecindario y por esto, desde hace dos años y medio, decidió convertirse en líder voluntario del comedor comunitario de las Hermanas Misioneras de la Nueva Vida, que funciona en una sencilla vivienda donde a veces el cupo no da abasto. Aún así, reúne diariamente a colombianos y venezolanos que generalmente no tienen los medios para alimentar a sus familias.
“Llena mucho el sentir de las personas y recibir el cariño de la gente. Es gratificante poder ayudar en mi barrio a quienes lo necesitan”, dice Jeison.
Además de esto, Jeison hace parte de la población que ha caracterizado e identificado el Banco de Alimentos de la Diócesis de Cúcuta para hacerla beneficiaria del proyecto Asistencia alimentaria humanitaria a migrantes venezolanos y colombianos en condición de vulnerabilidad. Gracias a esto ha recibido sus primeras canastas alimentarias y ha podido suplir necesidades de su casa, así como aprender buenas prácticas de higiene que comparte con los demás.
Agradece por la ayuda le ha sido brindada, pero lo hace aún más por el acompañamiento y apoyo que este proyecto le ha dado a La Fortaleza.
“Estoy muy agradecido no solo por ser beneficiario de este gran proyecto, sino por la comunidad que también ha recibido esta ayuda, pues he podido ver el brillo en los ojos de los niños y sus mamás cuando tienen en sus manos los alimentos. Este acompañamiento ha sido muy necesario, porque suple la canasta básica de las personas en esta población tan vulnerable” añade Jeison.
Anhela que las ayudas y las buenas acciones sigan llegando a su barrio. Resalta que la alegría de las personas al sentir que no han sido olvidadas, no tiene precio.
“Esta ayuda ha aliviado la vida de las familias. Por ejemplo, hay personas que pagan arriendo, y con estos mercados que reciben, pueden invertir lo que consiguen en su día a día para hacerlo y para pagar los servicios. Mis más sinceros agradecimientos como persona de comunidad. Gracias a Jerónimo Martins, a Cáritas Polonia, a Pastoral Social y al Banco de Alimentos por este apoyo que nos han brindado y por darnos algo que es muy necesario para la vida”, agrega Jeison.