El SNPS acompaña a través de la Diócesis de Apartadó a víctimas del conflicto armado

7 May 2021


El SNPS acompaña a través de la Diócesis de Apartadó a víctimas del conflicto armado


07/05/2021


Históricamente la Iglesia Católica se ha caracterizado por brindar apoyo y asistencia humanitaria a poblaciones en estado de vulnerabilidad, como, por ejemplo, la Diócesis de Apartadó, la cual ha sido afectada por el conflicto y la violencia, ocasionando la dificultad para acceder a servicios básicos y garantías de derechos.

Debido a esto, desde abril de 2020 se implementó en esta zona del país el proyecto Protección y asistencia humanitaria para víctimas del conflicto y la violencia armada en los departamentos de Chocó, Antioquia y Córdoba, financiado por la Unión Europea- European Civil protection and Humanitarian aid Operations (ECHO), Cáritas Alemania y Cáritas Española, ejecutado por el Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana (SNPS/CC) e implementado por la Diócesis de Apartadó, con el que se brindó respuesta a los componentes de seguridad alimentaria, agua e higiene, albergue y protección.

Es importante resaltar que la implementación del mismo se da en medio de un contexto complicado para todos y todas, debido a la emergencia sanitaria por Covid 19, siendo este uno de los principales retos a lo que se le tuvo que hacer frente.

“El proyecto inició en el mes de junio y estábamos en confinamientos por parte de los gobiernos locales, departamentales y nacionales, y era difícil hacer que las familias pudieran usar el tapabocas, aunque fueran muy juiciosos con el uso de alcohol, gel y lavado de manos. Otro reto era la presencia de actores en las comunidades al momento de realizar las actividades y fue necesario cambiar el lenguaje y el nombre de algunas palabras, por ejemplo: no expresar la palabra reclutamiento, actores armados, etc”, aseguró el promotor psicosocial del proyecto*.

En cuanto a las comunidades rurales se brindó un acompañamiento psicosocial a nivel colectivo con actividades desarrolladas de acuerdo a sus necesidades. Primero se realizó un taller de resolución de conflictos con enfoque comunitario, luego uno de prevención de violencia basada en género y, asimismo, un taller de salud sexual y reproductiva.

También se llevaron a cabo encuentros familiares y comunitarios con el fin de recuperar y/o fortalecer el tejido familiar y social a través de prácticas culturales y deportivas, que permitieron la integración de los miembros de las poblaciones.

Según comenta Andrés Perez, promotor social*, “al ingresar a las comunidades se realiza la caracterización de las familias, pero también se inicia con un diagnóstico e identificación de necesidades, siendo las comunidades, los principales protagonistas. El equipo local simplemente facilitó a través de diferentes metodologías y estrategias la realización de sus planes comunitarios de autoprotección”.

Después de analizar el contexto sociocultural y económico de las comunidades, se identificaron los riesgos existentes, se creó una cartografía social y se identificaron unas acciones para mitigar o prevenir estos riesgos, que permitieron la construcción del documento de planes de autoprotección. Asimismo, se realizó un trabajo pedagógico sobre derechos, deberes, entornos protectores e identificación de riesgos, esto con la finalidad de prevenir el reclutamiento de niños, niñas, adolescentes y jóvenes; como resultado se generaron estrategias culturales, deportivas y recreativas.   

También se contó con orientación sociojurídica frente al acceso a derechos, se dio respuesta a la emergencia por Covid-19, hubo fortalecimiento de capacidades sobre Educación de Riesgo en Minas Antipersonal y se atendieron situaciones tanto de desplazamiento forzado como de desastres naturales.

Por otro lado, se entregaron alimentos a 125 familias por emergencia Covid-19 en las 5 comunidades atendidas, en total fueron 250 paquetes alimentarios. 169 ayudas alimenticias fueron distribuidas a 88 familias recientemente desplazadas de los municipios de Apartadó, Carepa, Chigorodó, Turbo y Mutatá. Como parte de las estrategias para la sostenibilidad de algunas familias, se priorizó la entrega de medios de vida a través de la cría de especies menores y la creación de huertas familiares.

“Se avanzó con la educación en alimentación y nutrición a través de la temática de alimentos saludables, haciendo énfasis en qué consiste una alimentación saludable. También se lograron los establecimientos y construcciones de galpones y huertas familiares en cada una de las comunidades, con el objetivo de contar con alimentos durante todo el año, basada en las huertas familiares con diversas hortalizas y pie de cría”, comenta Andrés Perez*.

Desde el componente de agua, saneamiento e higiene se brindó formación en entornos seguros, uso, cuidado y almacenamiento de agua, manejo de residuos sólidos, entre otros, y se realizó entrega de filtros de agua para algunas familias.  Adicionalmente, se dio atención humanitaria a través de la entrega de kits de higiene ante situaciones de emergencias en la subregión del Urabá en Antioquia (Turbo, Apartadó y Carepa) y en la subregión del Bajo Atrato en Chocó (Carmen del Darién y Riosucio), lo que permitió generar una intervención directa a estas comunidades afectadas por el conflicto armado y los desastres naturales.

Para el promotor del equipo de la Diócesis de Apartadó*, “los impactos positivos de las entregas de filtros de agua se vieron reflejados en que ahora las personas tienen la posibilidad de un acceso seguro al agua, de una forma adecuada y con un menor riesgo a enfermedades (gastrointestinales, diarrea entre otros) o demás afectaciones a la salud. También sus hábitos de consumo de alimentos cambiaron, ahora lavan los alimentos de una forma adecuada antes de su consumo”.

En cuanto al componente de albergue, se realizaron las caracterizaciones de las familias recientemente desplazadas, se seleccionaron inicialmente 20 familias para Urabá entre los municipios de Turbo, Apartadó, Carepa y Chigorodó, con el beneficio de subsidio de arrendamiento durante un tiempo de 2 meses, no obstante, se pudo aumentar la cantidad de beneficiarios en 5 familias más.

La Iglesia ha sido protagonista con el acompañamiento de las comunidades y población vulnerable, es una institución reconocida en el país y goza de credibilidad, eso genera confianza en las comunidades. Es una de las pocas instituciones que hace presencia en todo el territorio, esto permite hacer un acompañamiento más continuo y permanente”, añadió Andrés Perez*.

Es importante resaltar que a lo largo del año de implementación del proyecto se trabajó con algunas comunidades de las zonas rurales de los municipios de Turbo, Apartadó y Carepa.

Respecto a los resultados más notorios que deja la implementación de este proyecto, se destaca el cambio de actitud de las comunidades, ya que, debido a la poca presencia del Estado y el incumplimiento de otras organizaciones, las comunidades eran muy desconfiadas e incrédulas, “pero con este proyecto fue diferente, tanto así que en el cierre del proyecto manifestaron nostalgia y mucha admiración por el equipo local. La voz corrió a otras comunidades y han visitado al equipo, para solicitar que el proyecto pueda ir a las comunidades” *.

*Por temas de seguridad se reserva el nombre.

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