Diócesis de Socorro – San Gil: solidaridad que transforma la región
La Diócesis de Socorro – San Gil está conformada por equipos operadores que materializan el trabajo pastoral: en primera instancia, una unidad móvil que visita las parroquias con el fin de capacitar en aspectos técnicos, especialmente a campesinos, sobre una red de acueductos comunitarios ubicados en la provincia Guanentina y Comunera de la que se están beneficiando aproximadamente 10.000 familias de la región, quienes ahora cuentan con agua potable. Así mismo, esta unidad facilita el trabajo de capacitación a los agentes de pastoral de cada una de las parroquias, proyecto que sigue en marcha y espera expandirse.
Una segunda unidad móvil es el IDEAR, el instituto técnico y rural diocesano que desde hace 30 años brinda educación a adultos mayores y jóvenes con el fin de expandir sus conocimientos académicos e impulsar el trabajo de la tierra. El Padre Robinson Poveda resalta que esto ha posible gracias a la ayuda de la comunidad, el IDEAR, el Cepas y recursos de la Gobernación. La tercera unidad operativa es Edisocial, una pequeña empresa con alrededor de 14 empleados que trabajan en la edición de libros y la publicidad a nivel corporativo, además de apoyar con los boletines parroquiales de las Iglesias. La cuarta y última unidad es el laboratorio de Peña Flor, también articulado con el IDEAR y orientado a la tecnificación del suelo con el propósito de que haya un mejor provecho de los recursos naturales por parte de los campesinos.
Frente a la crisis sanitaria producida por el Covid-19, la Iglesia ha buscado entablar diálogos con las autoridades regionales e instituciones educativas con la finalidad de conseguir recursos, actualmente cuentan con un lugar de acopio para los alimentos que posteriormente son repartidos a las familias necesitadas. Las ayudas también han llegado por medio de la cuenta bancaria y de manos solidarias dispuestas a donar su tiempo. De igual manera, surgió una iniciativa dentro de la comunidad para apoyar a varios restaurantes afectados por la situación, se compran almuerzos estos son donados para repartirlos, principalmente, a migrantes venezolanos. Simultáneamente, la diócesis se está fortaleciendo a nivel administrativo creando bases de datos, pensando en el futuro buscan contar con recursos para ayudar a la comunidad hasta el final de la cuarentena.
El Padre Robinson asegura que servir es el llamado que hace el Señor, trabajar por la dignidad humana y el bien común. El objetivo es ayudar a las personas de escasos recursos, cada uno desde sus posibilidades. En medio de la emergencia se está buscando también fortalecer la fraternidad sacerdotal al compartir con aquellas parroquias que están en gran necesidad como un acto de fe en medio de la tan mencionada espiritualidad de comunión.
Respecto al reto del acompañamiento espiritual en la distancia física, la Diócesis ha usado como herramienta primordial las redes sociales, sobre todo los mensajes sociales, de comunión y de espiritualidad. Se ha destacado la apertura de una línea telefónica con un psicólogo de la pastoral, allí se pueden contactar todos aquellos que necesiten orientación especializada, así como también se encuentran a disposición de la comunidad los números de los párrocos para escuchar a los feligreses y sus peticiones.
La invitación del Padre Robinson es a estar confiados, con la esperanza siempre puesta en el Señor Jesucristo, seguros de que esto pasará y el mundo cambiará, el virus será vencido. “Esta mañana en la meditación yo pensaba: aún no hay vacuna, aún no hay medicamentos, pero nosotros tenemos la mejor vacuna, el mejor medicamento: la oración a nuestro padre celestial, a Jesucristo pidiéndole la protección. Yo tengo la fe de que este virus lo podríamos sacar de nuestra vida y de nuestro mundo a través de la oración. Tengamos fe que vamos a salir de esta y vamos a salir más renovados, vamos para adelante que con Dios todo lo podemos, todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, dice el apóstol San Pablo”.