El mercado de los bonos de carbono y los pueblos indígenas amazónicos
07/10/2020 Ayer 6 de octubre se realizó el tercer foro: bonos de carbono, deforestación y reforestación, el cual hace parte del ciclo formativo virtual ‘Problemáticas, desafíos y respuestas en la Amazonía’, un espacio para reflexionar, desde una mirada espiritual y eclesial, sobre las principales problemáticas sociales y ambientales que afectan a la región amazónica.
Blanca Echeverry, coordinadora de la Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales – IRI Colombia, fue la encargada de dar las palabras de bienvenida y, asimismo, contextualizar a los asistentes sobre la labor que realiza IRI en pro del cuidado del medio ambiente en todo el mundo.
Como en los foros anteriores, el padre Alfredo Ferro SJ brindó una reflexión sobre los sueños que tiene el Papa Francisco respecto a la Amazonía. En esta ocasión se habló del sueño ecológico, uno fundamental para la vida del planeta en general.
“Hay un elemento que me parece importante y es algo central de la Encíclica Laudato Si’ en donde se dice que el cuidado de las personas y el ecosistema son imparables, que la selva no es un recurso para explotar, sino que son seres con quienes relacionarse”, comentó.
Posteriormente intervino Andrés Sierra, coordinador de Redd+ Fondo Acción, ingeniero agroforestal y experto en proyectos ambientales, quien habló desde la perspectiva de los mercados de carbono y la comprensión de la forestación desde ese punto de vista:
“El mercado de carbono básicamente opera por un principio de neutralidad climática, esto significa que hay unos sectores que generan unas emisiones de gases contaminantes y hay otros que prestan el servicio de descontaminación en la atmósfera. Muchas empresas no logran controlar sus emisiones o están en ese proceso y, mientras lo logran, hacen compras del servicio ambiental que otros sí pueden reducir, logrando así una neutralidad climática”, explicó el ingeniero.
Este mercado no solo se lleva a cabo a nivel nacional sino también internacional y existen tres tipos: 1) el regulado, que utiliza la propuesta del Gobierno para lograr las metas de reducción de emisiones que se han trazado en las negociaciones internacionales, por ejemplo, en la Naciones Unidas; 2) el voluntario, que no está adscrito en las negociaciones internacionales, pero crea otros escenarios donde, de manera voluntaria, se atienden esas emisiones y 3) el asociado al impuesto del carbono, que resulta de la posibilidad de reducir el pago de impuesto al carbono creado con la Ley 1819 de 2016.
Según el experto, los bonos de carbono no solo son utilizados para proyectos de agricultura o uso del suelo, sino que pueden ser desarrollados en cualquier sector, por ejemplo: energía renovable o no, distribución de energía, industrias manufactureras, industrias químicas, construcción, transporte, minería, manejo y eliminación de residuos, entre otros.
Luego, Diego Cardona, coordinador de Censat Agua Viva, ingeniero agroforestal, magíster en Ciencias de Bosques Tropicales e investigador, ofreció también otra mirada sobre los bonos de carbono, señalando las diferencias de comprensión existente del cuidado medioambiental desde el mercado y desde las perspectivas ambientales, sociales y culturales.
Por ejemplo, aunque el objetivo de estos proyectos debería ser, como se mencionó anteriormente, lograr una neutralidad climática, el investigador Cardona señaló que muchas de las empresas que promueven este tipo de “negocios”, no tienen dentro de sus intereses principales la conservación del medio ambiente, sino el crecimiento económico de las empresas: “el interés principal en participar en este tipo de mercados es el económico, luego sigue el mejoramiento de imagen, la reducción de riesgos, la exigencia de los consumidores y demás. En los dos últimos lugares se ubican la contribución a la conservación y el cambio climático”.
El ingeniero resaltó, con cifras analizadas a partir de datos de Miambiente (2018), Ideam (2019), DNP y Gobierno Nacional, cómo entre más recursos económicos se obtienen de la llamada “economía verde”, más deforestación hay: “estos proyectos no dicen: vamos a proteger y a invertir, nos va a llegar mucho dinero y con eso se va a pagar para que se conserve la selva y los territorios, vamos a compensar el daño. Pero analizando los proyectos de estas bases de datos encontramos que entre más plata llegue, más deforestación hay, entonces la pregunta es ¿dónde está el resultado que nos dicen del problema de la destrucción de las selvas?”.
Adicionalmente, compartió cómo Corpoamazonía, la autoridad ambiental en esta región del país, ha señalado el riesgo de este tipo de mercado. “En un comunicado, Corpoamazonía avisó a las comunidades que no tiene alianzas con cooperativa u ONG que están realizando la compra y venta de bonos de carbono, informa que constantemente se le presentan este tipo de ofertas a las comunidades indígenas amazónicas sin que a la fecha se conozcan resultados en beneficio de las comunidades”.
Para finalizar su intervención pidió que recordaran que, “la lógica de este mercado es la compensación, se compensan los daños e impactos de otros pueblos. Ese dinero viene del sufrimiento de otras comunidades que enfrentan esos daños en otros lugares de Colombia o el planeta”, e hizo un llamado urgente a la comprensión del cuidado medioambiental desde una óptica no solo de la naturaleza, sino de quienes la habitan y de la cultura presente.
El foro también contó con la participación de la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana – OPIAC representada por Mateo Estrada, indígena del pueblo Siriano del Vaupés, experto en temas de territorio y medio ambiente, quien afirmó que “son varios los puntos sobre los que hay que reflexionar. En Colombia no existe un marco normativo especial en el tema ambiental, en especial sobre temas de carbono en pueblos indígenas, existe un vacío allí”.
“En la normatividad hay un decreto y una resolución que dejan muchas cosas abiertas, por ejemplo, no obligan a que se haga la consulta previa, que haya transparencia, que haya lucha contra la corrupción, que no haya financiamiento de los grupos armados, que no haya lavado de activos. Si alguien quisiera lavar dinero a través de un proyecto así, lo podría hacer tranquilamente”, añadió el experto en pueblos indígenas.
Según comenta Mateo Estrada, en departamentos como el Vaupés existen contratos de bonos carbono que atentan contra los derechos humanos y violan procesos importantes como la consulta previa, lo que ocasiona que se fragmenten los resguardos y haya discordia entre los pueblos indígenas.
Como parte del cierre de su intervención, añadió que, “los bosques no se deben privatizar, debe haber un nuevo mecanismo de negociación y de economía para que los indígenas puedan beneficiarse realmente, una figura alterna donde el sujeto del proceso sea el indígena. No es decir que el indígena va a ser beneficiario, porque no es proyecto social, es una propuesta económica. Además, hay que seguir incentivando este tipo de reuniones para que finalmente podamos dialogar”
Dentro de los participantes se dieron numerosas preguntas y críticas en torno a la comprensión de este tema desde el mercado señalando cosas como:
“Se parte de la premisa que no hay bosques sin la gente del bosque, que finalmente son quienes protegen y hacen que los territorios se mantengan y finalmente puedan limpiar las emisiones de carbono. Pero los planes de vida de los pueblos que se proyectan desde la comunitariedad y la propiedad colectiva de los territorios, pero sobre todo con una visión holística de comprender el territorio entre todos los seres vivos. Entonces finalmente el proyecto de vida comunitario queda supeditado a una visión de mercado como lo dice Diego C”: Diana Albarracín.
Ante las inquietudes, Andrés Sierra representante de REDD+, indicó que no todas las empresas funcionan solo con interés de lucrarse y que, por ejemplo, el trabajo “es estimular a los países en desarrollo para que contribuyan a los esfuerzos de mitigación del cambio climático mediante: i) la reducción de las emisiones de GEI con la ralentización, detención y reversión de la pérdida y degradación de los bosques; y ii) el aumento de las remociones de GEI de la atmósfera terrestre por medio de la conservación, gestión y expansión de los bosques” y, asimismo, que su trabajo es independiente y con espacios de escucha y acompañamiento a las comunidades.
El aprendizaje sigue entonces abierto y los organizadores han hablado de la posibilidad de continuar con su profundización a través de otros espacios de debate y formación como este.