“Para construir la paz tiene que existir un desarrollo, un ecosistema diverso y real que permita conectarnos a las mujeres en los territorios”, Magaly Belalcázar
15/03/2021
Magaly Belalcázar hace parte de la Plataforma de Mujeres del Caquetá y de la Plataforma de Incidencia Política de Mujeres Rurales Colombianas, es consejera de paz y una lideresa activa en Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Es una mujer campesina, defensora de derechos humanos territoriales y ambientales, constructora de paz y educadora popular.
La lideresa participó el pasado miércoles 10 de marzo en el conversatorio virtual sobre el rol de las mujeres en la construcción de paz, un espacio donde compartió sus principales motivaciones como mujer defensora de DDHH, la importancia del enfoque territorial para la paz y su perspectiva frente a las organizaciones de mujeres.
En primera instancia, manifestó que su principal motivación como mujer constructora de paz es que las mujeres, especialmente, campesinas, indígenas y afro, tengan espacios de participación reales y efectivos. Planteó que las mujeres rurales son constructoras de paz desde la cotidianidad, cuando en el día a día se unen entre más mujeres y logran tener vocería política.
“Hemos estado en varios escenarios y la motivación es tener también nuestra propia voz, reconocernos a nosotras mismas, reconocer a otras mujeres, caminar, poner una huella importante en la construcción de la paz, desde nuestras miradas, desde nuestra diversidad como mujeres”, afirmó Magaly Belalcázar.
A su vez, durante el conversatorio compartió que dos de los principales retos para la construcción de la paz es la dimensión e integración de la mujer y del enfoque territorial. Consideró que la dimensión de la paz para las mujeres consiste en la garantía de los DDHH y en la no intermediación de los recursos económicos para la paz.
“Para construir la paz tiene que existir un desarrollo, un ecosistema diverso y real que permita conectarnos a las mujeres en los territorios”. La paz no puede seguir siendo un discurso, la paz tiene que tener una base sobre un territorio, tiene que ser real”, señaló la lideresa social.
Adicionalmente, compartió su preocupación por los casos de violencia sexual, feminicidios y violencia de género en el departamento del Caquetá, manifestó que no hay presencia de una gobernanza local ni regional para la paz y no hay políticas públicas implementadas para la garantía de los derechos de las mujeres.
“Resulta que nosotras somos quienes históricamente reconstruimos el tejido social, nosotras somos las que hemos abanderado la construcción de paz, somos quienes votamos ‘sí’ en el plebiscito, defendemos soberanía alimentaria y la naturaleza. Lo que buscamos no es pedir nuestros derechos sino exigirlos”, reflexionó la defensora de derechos humanos.
También, durante el espacio de diálogo compartió que a las mujeres las han reducido a líneas de productividad que no contribuyen a un tejido real para la construcción de la paz, como, por ejemplo, la modistería y la peluquería. Oficios que son respetables, pero no implican una participación política sustancial al interior de los territorios.
“Por eso es que cuando se habla de las mujeres en la construcción de la paz piensan que el único espacio que tenemos es en la parte trasera de la casa. Por eso es que no tenemos las tierras, ahí no se hace economía, no se hace soberanía, ahí no se hace paz”, opinó Magaly Belalcázar.
Al mismo tiempo, manifestó que lamentablemente continuamos con un modelo institucional que no garantiza los derechos a las mujeres y es la misma institucionalidad quien las persigue y señala. Incluso manifestó que, para el caso del Caquetá, el mismo asesor de la paz es quien estigmatiza a las organizaciones de mujeres en el departamento.
La lideresa consideró que es importante organizarse como mujeres, reconocerse y construir las agendas propias en términos de paz y reconocimiento de derechos humanos. Planteó que “las organizaciones de mujeres nos permiten capacitarnos, cualificarnos, entenderos y entrar en procesos de formación política. Eso nos permite ver la realidad en los territorios, nos permite también incidir en la transformación real “.
A su vez, compartió que las mujeres organizadas logran transcender en colectivo y logran llegar con mayor impacto a la institucionalidad para exigir sus derechos. “Si se pueden silenciar las armas de este país se pueden fundir los odios. Pero no solamente nosotras tenemos que hacer el proceso de perdón, no es un perdón impune, es un perdón con verdad, con reparación, que reconozca a las víctimas en el territorio. Es un perdón que hable de la verdad”, concluyó la lideresa.
Desde esta perspectiva la lideresa hace énfasis en la importancia de la perspectiva territorial y de género para la paz, valorando el trabajo de las organizaciones de mujeres y reconociéndolas como agentes de cambio y reconstructoras de tejido social.