Mensaje final, Diálogo Abierto por el Cuidado de la Casa Común

21 Oct 2022


Diálogo Abierto por el Cuidado de la Casa Común:
Gobiernos, ciencia, sociedad civil y la Iglesia

Latinoamérica y el Caribe en camino a la COP 27 y
el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles


Bogotá y plataforma virtual, 19 de octubre del 2022


El pasado miércoles 19 de octubre del 2022, se llevó a cabo el diálogo abierto por el cuidado de la casa común: Gobiernos, ciencia. sociedad civil y la iglesia en el auditorio del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño y de modo virtual por plataforma zoom, allí se reflexionó a la luz del Evangelio, la Doctrina Social de la Iglesia y el conocimiento científico, acerca de la valoración del llamado moral a nuestros gobiernos por un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles en la próxima cumbre climática COP 27. Partiendo de esto se concluyó lo sgiguiente:

1) La advertencia de la ciencia climática es contundente: el informe sobre Mitigación al Cambio Climático del Panel de Expertos de Naciones Unidas (IPCC-WGIII) confirmó recientemente que el mundo debe reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero – entre ellos, el dióxido de carbono – a la mitad para 2030, con el fin de no pasar el límite de calentamiento global de 1,5°C, que ha trazado el Acuerdo de París en la Cumbre Climática del 2015.
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2) El principal gas que dinamiza aceleradamente el cambio climático de origen humano es el CO2: «desde el punto de vista de la ciencia física, limitar el calentamiento global inducido por el hombre a un nivel específico requiere limitar las emisiones acumuladas de CO2, alcanzando al menos emisiones netas cero de CO2, junto con fuertes reducciones de otras emisiones de gases de efecto invernadero»ii. La quema de carbón mineral, petróleo y gas natural ha sido responsable del 86% de las emisiones de CO2 de la última década, siendo su contribución histórica del 64%. El remanente corresponde al cambio de uso de suelo con quema de biomasa.


3) Junto al Papa Francisco, tras siete años de la encíclica Laudato Si’ y del Acuerdo de París, podemos lastimosamente aún decir que «en lo relacionado con el cambio climático, los avances son lamentablemente muy escasos»iv. A pesar de la evidencia científica, los gobiernos en todo el mundo aún planean producir más del doble de la cantidad de carbón, petróleo y gas necesarios para estar por debajo de 1,5°C de calentamiento.


4) Las Contribuciones Determinadas Nacionalmente, presentadas por los países en la última cumbre climática en Glasgow (COP 26) están muy lejos de cumplir el Acuerdo de Parísvi. Es más, el documento final de la COP 26 sólo ofreció intenciones de «reducir gradualmente el carbón» y «abandonar gradualmente los subsidios al petróleo», sin
establecer cómo, quiénes, ni cuándovii. La Santa Sede expresó en su momento que hay «varias “lagunas” en los ámbitos de la mitigación, la adaptación y la financiación», elementos «fundamentales para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París».


5) En el último Mensaje para la Jornada Mundial por el Cuidado de la Creación, el Papa Francisco resaltó que para «alcanzar el objetivo de París de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C» es necesaria «la cooperación responsable de todas las naciones para 2
presentar planes climáticos o contribuciones determinadas a nivel nacional, más ambiciosas, para reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero a cero con la mayor urgencia
posible».


6) Subrayamos, desde la Doctrina Social de la Iglesia, que la mitigación incluye indefectiblemente considerar la desinversión y el abandono rápido y gradual de los combustibles fósiles como energía de base, contra el colonialismo de carbono, junto con el desarrollo de energías alternativas y financiación para la transición justa de los países má
necesitados. Pues, «sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes – sobre todo el carbón, pero aún el petróleo y, en menor medida, el gas – necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora».


7) Ante la próxima COP 27, nos hacemos eco de que es «urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovablexi. En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables». En definitiva, «la reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad, sobre todo de los países más poderosos y más contaminantes».


8) Junto al Santo Padre, reconocemos que «las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global»,xiii «con el peligro de imponer a los países de
menores recursos, pesados compromisos de reducción de emisiones comparables a los de los países industrializados…» lo cual «agrega una nueva injusticia envuelta en el ropaje del cuidado del ambiente»xiv. Además, la cuestión energética ante la emergencia climática es
una razón más de justicia que nos debe animar a «unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar».


9) Invitamos a la ciudadanía global a aprender el Vivir Bien, en armonía con la tierra, nuestra madre y hermana, como solución a la crisis climática. Hoy más que nunca, urge la necesidad de escuchar las voces de las sociedades ancestrales y milenarias, y a sus herederos, los pueblos indígenas, como vía estructural de salida de la crisis climática, para fortalecer el cuidado de la vida de nuestra madre y hermana tierra. Pues reconocemos que debido a «la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas … las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y transformar la realidad. También es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad».


10) Hay una brecha entre la urgencia climática basada en la ciencia y la pobreza y miseria de gran parte de la humanidad, y la discusión tecnocrática en las cumbres climáticas es dominada también por fuertes intereses económicosxvii. Tenemos que frenar la adicción
cultural al petróleo y el carbón y cambiar los estilos de vidaxviii. Sin embargo, los países en las COPs no acatan la base científica del IPCC. No se discute por qué no se llegan a las metas de efecto invernadero. Exhortamos a tomar una posición proactiva en la que se
promueva formas de vida que regeneren la biodiversidad y aceleren la transición energética tanto con apoyo internacional y también con recursos propios, reconociendo que estamos ante un sistema económico que consume la vida y perpetúa la desigualdad social.


11) La Amazonía es clave para el clima de la tierra a través de sus contribuciones globales los vientos, ciclos de energía, carbono y agua, y el reciclado de humedad. Sin embargo, constatamos una invisibilidad ante lo que pasa en este ecosistema transfronterizo. En relación con la actividad petrolera, denunciamos la contaminación de suelo, agua y aire; el desplazamiento forzado de pueblos y la deforestación indiscriminada. Hoy se ha perdido más del 20% del bosque original, repercutiendo negativamente en los beneficios que la Amazonía ofrece para la regulación climática de la Tierra. La deforestación es la principal amenaza para una prematura “muerte” de la Amazonía.


12) Las energías renovables son necesarias para la transición energética, y somos bendecidos con los bienes naturales renovables que tenemos. Necesitamos pensar y caminar juntos, especialmente focalizando en las oportunidades y beneficios que nos ofrecen las
Energías Renovables a nivel de pequeñas comunidades, para generar acciones hacia una transición integral y justa.


13) Consideramos que la iniciativa de la sociedad civil global ante Naciones Unidas por un «Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles», se esfuerza por alcanzar un régimen internacional que complementará el Acuerdo de París al abordar el problema de la
oferta de combustibles fósiles, todavía hoy creciente. Siguiendo las palabras de Cardenal Michael Czerny, consideramos que «el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles propuesto es muy prometedor para complementar y mejorar el Acuerdo de París», cimentado bajo los pilares de la no proliferación, la gradual eliminación, y la transición justa
y equitativa.


14) El tiempo de oportunidad que tenemos por delante para actuar es breve. No hay tiempo que perder para tomar las decisiones políticas necesarias. Aún hay demasiadas minas de carbón y zonas de extracción de petróleo y de producción de gas fósil, muchas de ellas aún en fase de exploración. Como hombres y mujeres de fe que escuchamos tanto el «clamor de la Tierra» como «el clamor de los pobres», estamos llamados a unirnos en un camino de esfuerzo junto a otros hermanos y hermanas, pueblos indígenas, líderes de la sociedad civil, jóvenes, gobiernos de ciudades, académicos y científicos, que hoy claman por un Tratado.


15) Apoyamos moralmente a nuestros gobiernos en la consecución de un Tratado global y vinculante a fin de abandonar pronta y gradualmente los combustibles fósiles, y apoyar una transición energética justa, impulsada por las energías limpias localmente accesibles, y un futuro de desarrollo integral y sostenible para todos.

MENSAJE FINAL

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