Las comunidades en la defensa de la ‘Casa común’
31/07/2021
Las comunidades que viven cerca de los cuerpos de agua realizan su vida entorno a ellos, sus alimentos, cultura, costumbres y todo lo que ellos conocen, se basa en sus fuentes hídricas. Cuando estas son intervenidas con obras que desvían su cauce, se destruye y se transforma lo que durante generaciones han conocido, por ello en diversas zonas de Colombia, existen comunidades que se han organizado con el objetivo de trabajar en la defensa del territorio y los derechos humanos.
“Las tierras más fértiles se encuentran siempre a la orilla del río, de los caños, de las quebradas e incluso, del mar, y eso hace que esa zona sea completamente rica, sobre todo, para nosotros los campesinos”, explicó Robinson Sánchez, representante legal de la Asociación No A Las Represas en El Territorio – Asonaret, de Huila.
Las principales problemáticas para estas comunidades en transformación, es que la construcción de una hidroeléctrica afectaría en gran medida su seguridad y soberanía alimentaria y aunque poco a poco la comunidad intente recuperarse e iniciar de nuevo, no es fácil, de hecho: es inviable. Los cultivos de fríjol, arroz, maíz y café demoran años para que sean cosechados, ya que es un terreno menos fértil y, por lo tanto, tendrían que invertir en más abonos y elementos que propicien los cultivos.
“La realidad es que esto está presentando un impacto sin precedentes, el río es fuente de alimento, recreación, cultura y de vida, no solo para nuestra región, sino para todo el país, el río es un bien común que pertenece a todos los colombianos, y las malas decisiones de unos cuantos nos está llevando a perder un patrimonio de todos nosotros”, afirmó monseñor Fabio Duque Jaramillo, obispo de la Diócesis de Garzón, Huila, en relación con la imposición de las represas de El Quimbo y Betania y, el avance en los proyectos contemplados en el Plan Maestro de Aprovechamiento del Río Magdalena (PMA).
El proceso es largo y uno de los puntos más críticos es la reubicación de las comunidades. Robinson Sánchez, quien además es líder comunitario, expone algunas de las proyecciones a las que se enfrentaría su comunidad: “esto obviamente trae consecuencias muy grandes, porque nosotros obligados tenemos que producir para comer, tenemos que trabajar para garantizar a nuestros hijos su futuro, pero la educación, la cultura misma de nosotros, los campesinos, se ve afectada. Así que, lo que haríamos es desplazarnos mucho más arriba, hacia la montaña. Dejaríamos terrenos que eran ideales para cultivar”.
Según comenta, la construcción de la hidroeléctrica ha traído un sin número de pérdidas, no solamente para la región sino para todo el departamento del Huila. Con la construcción solamente de la represa de El Quimbo, se han dejado de producir 33 mil toneladas de comida al año, lo que es bastante problemático porque no se trata solo de pérdidas económicas y alimentarias, sino que esto genera un efecto en cadena que toca a diversos sectores de la sociedad.
Por estas razones, se crea Asonaret, una asociación de campesinos que busca proteger sus territorios y evitar la construcción de estos mega proyectos que los obligan a negar sus formas de vida y vulneran sus derechos.
“Nuestro trabajo desde Asonaret consiste en informar. Nosotros caminamos cada una de las 49 veredas que perderían territorio si se construye la hidroeléctrica Oporapa, hablando con las personas y explicándoles qué era una hidroeléctrica. Lo que hacemos es darle el conocimiento que nosotros hemos adquirido, porque así entendemos lo importante que es nuestro río y empezamos a cuidarlo”, explicó el líder comunitario.
Aunque la principal función de la asociación es informar, desde la misma se crean campañas para reforestar zonas, se organizan jornadas de limpieza de las laderas de río y quebradas, trabajan para la creación del alcantarillado, entre otras acciones encaminadas a la protección de la ‘Casa común’. Lograr que la misma comunidad cuide sus espacios es un reto, pero durante años con educación han visto cambios positivos en las costumbres de las comunidades.
Este proceso comunitario evidencia que, diversos actores han avanzado y se han unido en la defensa del territorio en el departamento del Huila, tal es el caso de la Diócesis de Garzón por medio de Misión San José, Asonaret, la Asociación Campesina del Huila (ACDH), la ANUC, presidentes de juntas de acción comunal, representantes de acueductos comunitarios, pueblos indígenas, grupos de monitoreo ambiental, entre otros agentes que, buscan la cualificación técnica y política de las comunidades, de modo que se incida en la construcción y adopción de decisiones respecto a la planificación y gestión territorial, priorizando la protección a la naturaleza, la soberanía alimentaria y el buen vivir de las comunidades.
Durante todo este proceso que ha vivido la comunidad, la Iglesia Católica, por medio de la Diócesis de Garzón con Misión San José, ha brindado apoyo a nivel jurídico, ambiental y social, permitiendo también el diálogo entre actores claves en el territorio, organizaciones y la comunidad en general.
¿Cuál es su compromiso comunitario para prevenir la implementación de proyectos minero-energéticos?