Construyendo esperanza para la población migrante en Tibú – Norte de Santander
En un momento de la historia, se hizo recurrente escuchar noticias sobre Venezuela, por causa de una crisis económica, política y social que estaba obligando a los ciudadanos(as) de dicho país a desarraigarse y dejar atrás su territorio. Ellos y ellas migraron entre lágrimas y la esperanza de un mejor porvenir, dejando atrás los caminos que transitaron con sus comunidades, lugares que añoran volver a recorrer.
Esta es la historia de Adriana Medina, una mujer migrante, de pelo negro y sonrisa radiante, con voz dulce y mirada que irradia confianza, quien dejo atrás los miedos y los estigmas para aventurarse desde Carabobo – Venezuela hasta Tibú – Colombia, con la ilusión de cambiar su historia, después de los momentos de sufrimiento que tuvo que vivir en su país de origen. Siendo beneficiaria del proyecto PCPR II encontró la esperanza para no rendirse y continuar su camino a pesar de las grandes brechas que se le presentaron el camino.
Adriana es oriunda del municipio de Valencia, Estado Carabobo, hija de una mujer humilde y fuerte que le heredó la sencillez de mirar a la otredad desde la horizontalidad y el servicio; aguantó hambre, perdió su negocio por la inflación y se le hizo imposible costear la vida en su tierra de origen.
Dada la crisis, tuvo miedo de quitarle la posibilidad a su hija de un futuro digno, por lo que fue su hija el motor para dejar su vida en Venezuela y caminar hacia Tibú en donde esperaba sortear por un tiempo su proyecto de vida, nunca imaginó que se iban a convertir en cinco años desde aquel entonces.
Cuando llegó a Colombia murió su abuelo materno, esta ausencia ha provocado múltiples emociones en ella porque con él están los recuerdos más preciados de su niñez; se queda con la fortuna de tener su apellido y de haber crecido a su lado. También, se separó de su mamá, su papá y sus hermanos, con quienes pudo reunirse más adelante, no obstante, actualmente sólo está con su mamá, esposo e hija, ya que la crítica situación de desigualdad y pobreza en Tibú forzó a sus hermanos a migrar nuevamente, uno de ellos se encuentra en Chile y dos más en Armenia – Colombia.
Aunque su esposo pudo viajar antes que ella para buscar oportunidades, al llegar vivieron momentos muy difíciles, ninguno tenía trabajo y la escasez se agudizaba. Poco a poco, el trabajo informal les ha permitido salir adelante, aun así, tienen épocas muy difíciles porque no tienen garantía de sus derechos siendo migrantes. Justamente, en medio de esta situación, de la carencia de recursos para solventar sus necesidades, La Pastoral Social con el proyecto PCPR II entro en su comunidad, allí el equipo los focalizó para prestarles asistencia humanitaria en los sectores de atención WASH mediante la entrega del kit de higiene familiar y el sector Salud que le facilitó dinero en efectivo para gastos relacionados con atención médica especializada para su hija quien tiene un soplo en el corazón y una válvula pulmonar; condición que debe ser cuidada y atendida de manera urgente por un médico cardiólogo. Este acompañamiento hizo que Adriana recuperara sus sueños y su mirada hacia el futuro cambiara, aunque vivió momentos de mucha dificultad, hay esperanza de encontrar el porvenir por el que migró hace cinco años. Ella se siente muy agradecida con el proyecto PCPR II, ya que aprendió sobre la importancia de prevenir el COVID-19 y otras enfermedades mediante el adecuado lavado de manos, el uso correcto del tapabocas y otras medidas de prevención. Del mismo modo, en los talleres comunitarios encontró un espacio seguro para sí misma, donde jugó y se ejercitó, olvidándose por un momento de las dificultades que debe enfrentar.
Sueña con volver a su país y encontrar en casa a todos sus hermanos, su mamá y papá para reconstruir la historia que la arraiga al mundo, aquella que tejió en las calles de su barrio en Valencia; mientras tanto se ha empeñado en ver crecer a su hija y apoyarla para que se haga una profesional capaz de dar sus manos para construir un mundo mejor.
