Como Nana Yamoah dice: “siempre encontramos luz al final del túnel”
02/10/2020 Nana AdwoaPokuaa Yamoah nació en Gran Accra, capital de Ganna, hace 28 años. Creció en una casa familiar rodeada de tíos, tías y primos, por eso sus recuerdos de infancia siempre estuvieron acompañados de alegría y buenos momentos.
Es una mujer a la que siempre le ha gustado estudiar y prepararse. Se especializó en seguros en la misma universidad en la que se formó como Administradora de Empresas, tuvo la oportunidad de realizar sus pasantías en organizaciones enfocadas en su área de experticia y desempeñarse con contratos temporales en áreas administrativas. Por ejemplo, trabajó en una compañía de seguros desde 2017 hasta que decidió migrar.
Además de esto, fue voluntaria docente en diferentes orfanatos y pequeños pueblos de su país natal, pues una de sus más grandes pasiones es ayudar a las personas que lo necesitan.
Recuerda que la Región del Gran Accra puede presumir de sus deslumbrantes playas, edificios monumentales, museos, bibliotecas, galerías, mercados traicionales y una animada vida nocturna. También resalta que su arquitectura refleja su historia colonial por los castillos que datan del siglo XVII, pero conviven con modernos rascacielos que parecen venir de tiempos futuros.
No olvida que la comida tradicional era de sus cosas favoritas. Con la gran variedad de productos tropicales como maíz, fríjoles, mijo, plátanos y mandioca, los grupos étnicos preparan platos deliciosos y nutritivos.
Hoy puede decir que hizo lo que disfrutó y tuvo una vida increíble antes de dejar florecer su verdadera personalidad, pues desde el momento en que decidió expresar que era homosexual, el trato de sus amigos y familia hacia ella cambió y enfrentó diversas situaciones de hostigamiento físico, verbal y psicológico. También, fue despedida de su trabajo.
“Esto me afectó mucho, ya que era mi fuente de ingresos. El comité voluntario revocó mi contrato y aunque no obtuve ningún ingreso de esto, era algo que me apasionaba mucho y que me lo quitaron. Esta situación me hizo mudarme muchas veces y de alguna manera, mi familia siempre averiguó dónde estaba. Un día mis tíos llegaron a una de las casas de mi amigo, donde yo vivía, y me azotaron sin piedad”, señala Nana Yamoah.
Sin ser esto suficiente, sufrió ataques por parte de la policía y nadie le ayudó cuando pasaba. Lamenta decir que estas injusticias ocurren sin que algo cambie y que su condición no es aceptada por ninguna región o comunidad en su país. De hecho, personas que la conocían decían que tenía una enfermedad.
El 31 de enero de 2018 se mudó a Colombia a través de un programa de intercambio para enseñar inglés en dos escuelas durante un año. Uno estaba localizado en Chía y el otro en Bogotá. Actualmente vive en el norte de la capital y se encuentra buscando asilo desde febrero de 2018 con el gobierno. Mientras esto ocurre, se dedica a enseñar puerta a puerta a algunos adultos y niños donde vive para atender sus necesidades económicas.
Antes de la cuarentena solía ser voluntaria los viernes en un evento de intercambio de idiomas en la Candelaria y ayudaba a las personas a practicar su inglés. Ahora solo lo hace los días que puede.
“Mi vida en Bogotá ha sido tranquila, sin ataques de nadie, sin insultos. He disfrutado del trato que me ha dado la gente de acá, e incluso, por parte de personas que no pertenecen a la comunidad LGBTQ. Me gusta el hecho de que puedo moverme libremente sin importar mi apariencia o mi forma de vestir. Me gusta mi vida aquí”, agrega Nana Yamoah.
Sabe que siempre se puede encontrar luz al final del túnel. Aspira con abrir una ONG y centrarse en dar educación de calidad en zonas rurales. También quiere ser voluntaria en diferentes partes de Colombia enseñando inglés, mejorando la calidad de vida de las comunidades e impactando de manera al compartir un nuevo idioma e ideas de emprendimiento.