Recientemente nos ha llegado, a través del señor obispo, monseñor Mario de Jesús Álvarez, un informe y solitud al Secretariado Nacional de Pastoral Social/ Cáritas colombiana, que no vamos a desatender, sobre cuanto está sucediendo en Juradó, municipio del Choco, perteneciente a la Diócesis de Istmina Tadó. El padre párroco, padre Jeison Antonio Mosquera Mosquera, le ha hecho saber a su obispo que Juradó se encuentra, desde el 9 de diciembre, en plena incursión territorial del ELN (Ejército de liberación nacional) para expulsar de la zona costera a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Situación que al parecer se incrementa cada año en la jurisdicción, en varios de sus territorios, por toda la movilidad propia de la navidad entre los pobladores de la diócesis.
Esta disputa del territorio se ha visto expresada en secuestros a miembros de la comunidad; confrontación armada que ha dejado cuatro personas asesinadas; asesinatos asumidos por el ELN al tiempo que amenazan de forma directa, y por sus nombres, a personas de la comunidad quienes en su huida se confinaron en varios lugares donde sabiendo esperar, lograron la protección de la fuerza pública.
Las familias que están huyendo, como San José, María y el Niño, escapando de la trampa de la muerte de los “nuevos Herodes” son en total treinta y cuatro. Quince de ellas piden refugio y protección en Colombia; nueve de ellas, como la familia de Nazareth, han decidido pasar la frontera y refugiase en el hermano país de la República de Panamá.
La Iglesia, júntame con los alcaldes locales y la fuerza pública acompañan a las familias en situación de desplazamiento hacia los destinos previstos en medio de la zozobra y el miedo. En ese acompañamiento suplican auxilio y protección al gobierno nacional, a la cooperación internacional como a la Pastoral Social Nacional. Dado que la situación en Juradó, como en muchos otros lugares de Colombia, suele suceder para estos días en que nos preparamos a la celebración de la navidad, viene bien preguntarnos: ¿cómo celebrar la fiesta de la vida en un país visitado por la muerte, tanto en la ruralidad profunda como en sus calles más céntricas?
Desafortunadamente el sentido de la navidad escapa a los que creen que están celebrando “algo” sin saber exactamente qué. No sospechan que la Navidad ofrece la clave para descifrar el misterio último de nuestra existencia. Tanto en Juradó, como en muchos otros lugares y ciudades de Colombia, sus gentes están gritando, angustiados, sus preguntas más hondas. ¿Por qué tenemos que sufrir, si lo que queremos es vivir en paz fructificando donde Dios nos puso? ¿Por qué tanta frustración en nuestras comunidades? ¿Por qué la muerte de inocentes, si hemos nacido para la vida? Son preguntas de los pobladores que preguntan a Dios, pues, de alguna manera, cuando buscamos el sentido último de nuestro ser, estamos apuntando hacia él. Pero Dios guardaba un silencio impenetrable.
Tenemos que llegar a comprender que, en la Navidad, Dios ha hablado. Tenemos ya su respuesta. No nos ha hablado para decirnos palabras hermosas sobre el sufrimiento. Dios no ofrece palabras. “La Palabra de Dios se ha hecho carne”. Es decir, más que darnos explicaciones, Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e impotencia. Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con Juradó y con toda la Nación. El no responde al porqué de tanto dolor y humillación, sino que él mismo se humilla. No responde con palabras al misterio de nuestra existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra aventura humana. Con Dios, el Enmanuel, no estamos perdidos en nuestra inmensa soledad ni tampoco sumergid0s en pura tiniebla. Él está con nosotros. Todo indica que en Juradó hay una luz que más que solitarios…nos hace solidarios. Dios a esta hora está compartiendo su dolor y su existencia con este pueblo, y eso es algo que lo cambia todo. Dios mismo está entrando en la vida de la comunidad de Juradó. Y esa entrada hace posible vivir con Esperanza. Dios comparte la vida de nuestras comunidades y, con Él podemos caminar hacia la salvación.
Por eso la Navidad en Juradó es siempre una llamada a renacer. Una invitación a reavivar la alegría, la esperanza, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el Padre a pesar del terror, el confinamiento, el control territorial, los secuestro y asesinatos, el reclutamiento de nuestros jóvenes y los abusos y atropellos contra nuestras niñas y mujeres. En esta hora nos viene bien recordar las palabras del poeta Ángelus Silesius: “Aunque Cristo nazca mil veces en Belén, mientras no nazca en tu corazón, estarás perdido para el más allá: habrás nacido en vano”. ¡Qué bueno que lo entiendan los nuevos Herodes!
Por: Padre Rafael Castillo Torres