Diócesis de Girardota: acción y misericordia desde la fe, en tiempos de emergencia sanitaria.
“No podemos ser indiferentes y menos en estas condiciones, a pesar de la vulnerabilidad que podamos tener por el Covid-19 no podemos parar, porque nuestra tarea debe permanecer firme en la atención de quien más lo necesita”, es parte de la reflexión del Pbro. Víctor Manuel Zuluaga, director de la Pastoral Social de la Diócesis de Girardota. Esta es la fe y la solidaridad que viven en todo el país, cientos de personas, agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos y religiosas, para ayudar las personas y familias más vulnerables.
A lo largo del territorio colombiano, las jurisdicciones eclesiásticas trabajan día a día por brindarle a los habitantes de sus comunidades una mejor calidad de vida, aportando a la garantía de alimentación, agua potable, auxilio para hospedaje entre otras acciones. No lo hacen solo durante esta emergencia, sino que lo mantienen todo el año, pero se intensifica cuando la crisis se agudiza.
Un ejemplo de ello es la Diócesis de Girardota, donde se implementa desde aproximadamente 5 años el programa “Seguridad Alimentaria”, con el que llegan cada mes a 160 familias que reciben ayuda complementaria y acompañamiento psicosocial. “Dentro de los resultados que hemos obtenidos están: tener una caridad evidenciada que nos permite transformar la calidad de vida de las personas, crear espacios auténticos de fraternidad donde lo importante no es solo recibir ayuda, sino podernos encontrar y caminar como hermanos y, por último, facilitar procesos de integración y encuentros fraternos para posibilitar en ellos el trato en familia… el acompañamiento espiritual”, asegura el Padre Zuluaga, director de la Pastoral Social.
No obstante, desde el 20 de marzo a este programa se unió la campaña “La caridad no para”, una iniciativa que busca tocar el corazón de los colombianos para que realicen donaciones económicas o de alimentos, los cuales son entregados tanto a las personas que ya hacían parte del programa, como a quienes lo soliciten directamente con la Pastoral o con los comités pastorales de las parroquias.
Para el padre Zuluaga, “la idea es promover la solidaridad de las personas, que desde sus casas puedan consignar y nosotros gestionamos con los proveedores que nos ayudan con alimentos. Esto también promueve la solidaridad con los grupos de campesinos que tenemos en los programas de Pastoral Social, ya que llevamos a estas comunidades los víveres no perecederos y ellos nos donan productos perecederos para traerlos a las zonas urbanas. Con esto se fortalecen los procesos de organización solidaria en cada una de las comunidades para que podamos crecer todos los días en la tarea del evangelio”.
Para iniciar, se brindó atención a los adultos mayores que ya estaban dentro del programa de Seguridad Alimentaria, esto se logró gracias a unos fondos que ya tenía la Pastoral Social por las jornadas de colecta que han realizado y a las que poco a poco se han ido vinculando varias personas como benefactoras.
Actualmente estos mercados han llegado a familias de Girardota, Barbosa y al corregimiento de Santiago, municipio Santo Domingo, ya que dada la situación de emergencia y la carencia de suficientes recursos, se ha dificultado llegar a otras comunidades pertenecientes a la Diócesis.
Son muchos los aspectos a resaltar en la labor que realiza esta jurisdicción eclesiástica, por ejemplo, todo este trabajo se ha logrado con el apoyo y colaboración de voluntarios, equipo pastoral, los dos bancos de alimentos de la ciudad de Medellín, empresas, campesinos y personas del común que se han unido para trabajar por el bienestar de los más necesitados.
“Nosotros manejamos los procesos como una cadena de efectos, es decir, todo es una cadena de solidaridad, donde una cosa lleva a la otra. La credibilidad que hoy tiene la labor de Pastoral Social es gracias a eso, que el uno puede decirle con sinceridad al otro que las cosas se han hecho bien”, afirma el padre.
Sus acciones van más allá de satisfacer una necesidad básica como la de alimentarse, con esto, la Diócesis de Girardota busca tocar las realidades de su gente, escucharlos, atenderlos y acompañarlos, hacerles sentir que no están solos. Es una labor integral, una caridad integral donde Dios es amor.
“Estos momentos deben sacar lo mejor de nosotros, la esperanza radica en la posibilidad de evidenciar lo que somos. Cuando nos damos cuenta que podemos ser buenos a la manera de Jesús y que siguen existiendo personas solidarias que vencen la indiferencia, podemos concluir que existe esperanza en este mundo. Hay esperanza para quienes han tenido menos oportunidades en la vida pero que tienen una inmensa alegría y esperanza en el Señor. Por eso hay que animar a todas las personas para que descubran la necesidad de ayudarnos y comprendernos como hermanos, descubrirnos como hijos de un mismo padre, donde Él provee, pero nosotros ayudamos a que todo sea posible”, es el mensaje que el Padre Víctor Zuluaga le envía a toda la población, para que siempre tengan presente que este es un trabajo que de solidaridad.