Transformando vidas en medio de la angustia
Luz Leidy Gutiérrez, una mujer venezolana del Estado Aragua, de piel morena y corazón amable, representa el espíritu fuerte y resiliente de las mujeres migrantes y refugiadas que día a día atraviesan peligrosas fronteras para garantizar su protección y la de sus familias. Su historia, dotada de enseñanzas, dolencias e ímpetu fue transformada gracias al Proyecto PCPR II, a través del cual logró compensar sus necesidades más urgentes en medio de la angustia de carecer de oportunidades que le permitan vivir con dignidad.
El 14 de julio de 2019 cruzó la frontera de tres bocas al norte de Colombia, por medio de una canoa que la condujo hasta la vía por la que ingresó al territorio de Tibú – Norte de Santander, una zona rica en recursos naturales, pero sumida en el conflicto interno armado y la pobreza.
Su decisión de migrar y abandonar Venezuela se basó en las dinámicas que el país está atravesando, como ella misma lo dice: “los sueldos no alcanzan para alimentar a la población, no hay abastecimiento suficiente de comida, ni medicamentos; los centros médicos carecen de personal y tampoco maquinaria para salvaguardar la vida”.
Esta realidad dificultó su supervivencia y la de su familia, era imposible ayudar a sus padres e hijas con lo que requerían. Al verse frente a esta situación, desesperada, empacó sus maletas y sus sueños con la ilusión de encontrar en la otra orilla del río un porvenir mejor. Tuvo que despedirse de su hija mayor, porque no quiso emprender el viaje con sus padres, y migrar con la menor y su esposo; afortunadamente, fueron recibidos por un amigo en el municipio, quien les brindó hospedaje y alimentación mientras encontraran los medios de vida para cubrir sus necesidades.
Desde que llegó ha trabajado en casas realizando oficios varios para sobrevivir junto a su familia. Justamente, el Proyecto PCPR II llega a su vida en uno de los múltiples momentos donde el empleo escasea y el hambre aumenta, convirtiéndose en una esperanza para seguir adelante. Ella, fue beneficiada con el kit de higiene familiar, el cual recibió emocionada porque su esposo se encontraba sin empleo y la situación les impedía adquirir productos para el cuidado personal; recibió también dinero en efectivo para gastos de salud (CBI) que le sirvieron para costear la consulta de crecimiento y desarrollo de su hija y le fue entregado efectivo multipropósito, con el que logró abastecer su alacena con alimentos, saldar deudas, costear los servicios públicos y calmar la angustia que aumentaba con el pasar de los días.
Igualmente, a través de los encuentros que los profesionales del proyecto PCPR II lideraron, aprendió a utilizar adecuadamente los elementos de higiene que componen los kits y sobre las medidas de prevención para mitigar el contagio de COVID-19, tales como el adecuado lavado de manos y el uso del tapabocas. Asegura que este proceso sembró en ella una semilla de valor frente a la vida y la importancia del cuidado fundamental de la salud personal para prevenir las enfermedades contagiosas.
Para Luz, el acompañamiento de la Pastoral Social de Tibú a través del Proyecto PCPR II ha constituido un aliciente para su tristeza y desesperanza, causada por la condición migratoria que la hace vulnerable a discursos de odio, pocas oportunidades laborales y pagos indignos en los empleos informales.
A pesar de estas brechas y la angustia que se agudiza cuando siente que no encuentra salida, sabe que sus sueños no se negocian, no se siente sola porque ha contado con acompañamiento; anhela que su madre tenga la comodidad que se merece y sus hijas sean unas profesionales que transformen el mundo con acciones caritativas y humanitarias.