Reflexión sobre mensaje del Papa Francisco por XXIX Jornada Mundial del Enfermo
25/01/2021 El próximo 11 de febrero de 2021 se celebrará la XXIX Jornada Mundial del Enfermo, “un momento propicio para brindar una atención especial a las personas enfermas y a quienes cuidan de ellas, tanto en los lugares destinados a su asistencia como en el seno de las familias y las comunidades”, aseguró el Papa Francisco en su mensaje para esta jornada.
El lema que acompaña a la jornada de este año y que está inspirado en el pasaje evangélico en el que Jesús critica la hipocresía de quienes dicen, pero no hacen (cf. Mt 23,1-12), es: “uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos (Mt 23,8). La relación de confianza, fundamento del cuidado del enfermo”.
En su mensaje, el Santo Padre afirma que, “la experiencia de la enfermedad hace que sintamos nuestra propia vulnerabilidad y, al mismo tiempo, la necesidad innata del otro. Nuestra condición de criaturas se vuelve aún más nítida y experimentamos de modo evidente nuestra dependencia de Dios”.
Para el Papa, la enfermedad no siempre tiene el rostro del enfermo, sino también de quienes se han sentido ignorados y vulnerados como seres humanos. “La pandemia actual ha sacado a la luz numerosas insuficiencias de los sistemas sanitarios y carencias en la atención de las personas enfermas. Los ancianos, los más débiles y vulnerables no siempre tienen garantizado el acceso a los tratamientos, y no siempre es de manera equitativa”.
De allí la importancia de la solidaridad fraterna, del servir y siempre tenderle una mano al prójimo de distintas maneras. «Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo».
Respecto a lo mencionado, el padre Adriano Tarraran, del Centro Camiliano, considera que, “en este compromiso cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su proximidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano (cf 3) Se deja involucrar en el sufrimiento hasta llegar a hacerse cargo de él por medio del servicio (cf Lc 10, 30-35)”.
Como parte de las reflexiones hechas por el padre Tarraran, se explican tres de las principales actitudes de un buen samaritano:
-Detenerse: pararse, encontrar tiempo y espacio en nuestro quehacer diario y carreras permanentes, no pasar de largo, estar dispuestos a cambiar de programa, no permanecer indiferentes.
-Acercarse: (presencial o virtualmente) para escuchar, comprender, compartir, acompañar. Este “acercarse” nos exige salir de nuestro propio mundo, de nuestras preocupaciones e intereses, superar todas las distancias, hacer propias las necesidades del hermano y sanar desde la solidaridad.
-Darse: hacerse cargo, cuidar, hacerse prójimo, vendar heridas, hospedar al hermano en nuestro corazón; ser compañía silenciosa y cariñosa, presencia maternal de la Iglesia que arropa de ternura y fortalece el corazón (cf Salvifici doloris 28 y 29; Aparecida 420).
“Encontrarse con el otro significa escucharlo y acogerlo en sus preocupaciones, esperanzas, dificultades, con su historia, sus miedos, sus angustias; establecer con él una relación fraterna y ofrecer una salud integral que satisfaga sus necesidades a nivel físico, emocional, intelectual, social y espiritual”, añade el padre Adriano Tarraran.