La violencia en el territorio: tema abordado por diferentes obispos colombianos en entrevista con W Radio
Conflicto armado, líderes sociales, Acuerdo de Paz, intervención del Gobierno Nacional y la labor de la Iglesia Católica en el territorio fueron los temas que se abordaron durante la entrevista realizada por W Radio a monseñor Iván Marín, obispo de la Arquidiócesis de Popayán en el Cauca; monseñor Manuel Ochoa, obispo de la Diócesis de Cúcuta en Norte de Santander; monseñor Orlando Olave, obispo de la Diócesis de Tumaco en Nariño; monseñor Mario de Jesús Álvarez, obispo de la Diócesis de Istmina y Tadó, y monseñor Juan Carlos Barreto, obispo de la Diócesis de Quibdó del departamento del Chocó.
Ante la pregunta sobre cómo era la situación que vivía la población en la región del Catatumbo, monseñor Manuel Ochoa, obispo de la Diócesis de Cúcuta, comentó que “hay un enfrentamiento complejo entre los grupos armados: EPL, ELN y los Ratrojos. Hay un fenómeno de violencia que ha ido creciendo progresivamente. En Cúcuta, hasta ahora, llevamos 198 muertos en el año. Creo que es una región compleja donde se unen el tema de la guerrilla y el narcotráfico”.
Aunque el Gobierno Nacional y los mismos campesinos han mostrado un fuere interés en la erradicación de los cultivos de coca, estos siguen aumentando, lo que ha hecho que se fortalezca el narcotráfico en esta región que, históricamente, ha sido golpeada por el conflicto armado. Asesinatos y desplazamientos son algunas de las problemáticas a las que las Diócesis de Cúcuta, Ocaña y Tibú han tenido que hacerle frente.
“Los acuerdos llevaron a una disminución del conflicto y creo que Colombia debe caminar hacia una paz completa. Creo que era una parte de la resolución, pero tiene que complementarse con unas políticas sociales y la aplicación total de los acuerdos. Es necesario dar un paso más con los grupos que están aún en armas, se necesitan reformas sociales y, algo que la iglesia siempre ha defendido: la justicia social. La Diócesis de Cúcuta tiene un gran empeño en la implementación del proyecto Participaz, para la construcción de paz y empoderamiento de líderes, personas, campesinos, medios y programas productivos para los campesinos”, aseguró monseñor Ochoa.
El pacífico colombiano también vive una situación compleja de violencia, en esta zona del país las masacres no cesan. Monseñor Álvarez aseguró que, “estamos en una tierra donde la violencia y el narcotráfico son una realidad de todos los días. Estamos ya acostumbrados a esta situación y esto es muy doloroso porque continuamente se están dando enfrentamientos, desplazamientos, muertes violentas y, la mayoría de las veces, esto no causa ningún miedo dentro de la población y menos dentro de Colombia. La zona del alto Vaudó está en un enfrentamiento feroz, mortal, entre los grupos ilegales, y también en la parte del bajo San Juan”.
El acompañamiento de la Iglesia ha sido crucial. Para muchas familias es importante sentirse escuchadas por los párrocos y obispos, a quienes recurren angustiados por la desaparición de algún familiar o el reclutamiento forzado de un menor de edad. Para monseñor Álvarez, el apoyo por medio del evangelio es una forma de combatir ese dolor, pero también es consciente de que el conflicto armado es una problemática difícil de solucionar, ya que, aunque los grupos al margen de la ley respetan la labor pastoral de la Iglesia y han tenido la oportunidad de dialogar con sacerdotes de la Diócesis, la respuesta para ellos sigue siendo la guerra.
En cuanto al apoyo que brindan las instituciones del Estado, el obispo de la Diócesis de Istimina y Tadó afirma que, a pesar de que en algunas zonas haya presencia la fuerza pública, son muchos los territorios que no cuentan con protección.
“Ciertamente el Estado ha hecho lo posible. Yo voy visitando comunidades donde el Estado en algún momento se hizo presente en centros de salud, escuelas o con alguna actividad que ellos hacían, pero luego se fueron, entonces la gente no tiene esa confianza en ellos. (…) Yo creo que ha habido un gran esfuerzo, pero en esta región ha crecido mucho la corrupción y esto hace que el poco dinero que llega no cumpla su objetivo y que Chocó sea uno de los departamentos más atrasados en todo: salud, vivienda, educación, vías de comunicación, etc.”, comentó monseñor Jesús Álvarez.
Chocó es uno de los departamentos de Colombia con mayores problemáticas sociales, en donde el conflicto armado ha sido el pan de cada día para los habitantes de muchos municipios que han estado en confinamiento, que no han podido movilizarse tranquilamente, trabajar en sus cultivos o que, incluso, han sido desplazados de sus tierras, acciones que impiden el desarrollo socio-económico de la región.
Para monseñor Juan Carlos Barreto, de la Diócesis de Quibdó, “la dificultad en la que se encuentra el departamento demuestra que no se han tomado las decisiones importantes para que realmente se pueda mejorar la situación. No hay respuesta y muchas poblaciones están en vulnerabilidad por falta de servicio social, educación, salud, vida y productividad. Son comunidades vulnerables frente a los grupos armados, los cuales se han apoderado de muchas zonas, porque también falta control territorial por parte de la fuerza pública”.
Para monseñor, la firma del Acuerdo de Paz fue un momento importante para la región, ya que se respiraba esperanza, aquel grupo que había hecho daño durante tanto tiempo, dejaba las armas y la violencia. Asegura que la población manifestaba su alegría ante el hecho y se imaginaban un progreso en sus comunidades. Sin embargo, el panorama ha sido diferente, llegaron otros grupos al margen de la ley a apoderarse del territorio y retomar actividades delictivas.
“La comunidad chocoana es socialmente fuerte. Aquí hay organización social desde la base, desde el Comité del Paro Cívico en la Mesa Departamental Indígena y los consejos comunitarios de las comunidades negras y las de victimas de mujeres, las cuales tiene una alianza con las tres diócesis del departamento. Juntos hemos venido haciendo pronunciamientos, hablando de la realidad del territorio, pidiendo que realmente haya una respuesta eficaz y contundente que no sea solo como el fogonazo militar, sino que haya una apuesta con lo social y por eso es tan importante que se avance en los diálogos con el ELN y el sometimiento a la justicia con el Clan del Golfo y con las Autodefensas Gaitanistas”, dijo monseñor Barreto.
La región del pacífico colombiano sufre problemas estructurales que requieren soluciones estructurales, así lo siente monseñor Orlando Olave obispo de la Diócesis de Tumaco en el departamento de Nariño. “Desafortunadamente el Estado intenta hacer esfuerzos, pero a veces ese apoyo es esporádico o a pequeñas cosas, entonces creo que para ese problema estructural no se ha dado una respuesta que se ajuste, por ejemplo, en el tema de la salud”.
En esta zona del país, hasta junio del 2020, la violencia se había cobrado la vida de más de 100 personas, un número mayor a quienes han fallecido a causa de la emergencia sanitaria que se vive actualmente en muchos países del mundo por Covid-19, pandemia que ha desencadenado otras problemáticas.
Campesinos, indígenas y víctimas del conflicto son algunos de los grupos poblaciones que más se han visto afectados por la crisis que se vive a causa del virus. Es por ello que, la que la Iglesia Católica ha intensificado labores que ayudan a mitigar los impactos de la pandemia.
De la entrevista también participó monseñor Iván Marín, arzobispo de la Arquidiócesis de Popayán, quien aseguró que, “esta jurisdicción eclesiástica tiene 92 parroquias y hemos estado en contacto con casi todos ellas a través de los medios virtuales. Se ha hecho un gran trabajo de acompañamiento espiritual y ha habido un cuidado especial al momento de distribuir algunas ayudas, varios miles de mercados, no solamente en la ciudad de Popayán, sino también en las poblaciones cercanas. Nos preocupa la situación de la parte comercial, la movilidad, nos preocupan muchísimas cosas porque esta es una región muy compuesta de muchos valores. Las comunidades indígenas y campesinas están necesitadas de apoyo en temas de agricultura, la ciudad está necesitada de fuente de trabajo”.
Asimismo, monseñor Marín exaltó la labor de los líderes sociales. Hombres y mujeres que, a pesar de la violencia y constantes amenazas de las que son víctimas, siguen activos en sus labores, velando por el respeto de los Derechos Humanos de los habitantes de las distintas comunidades y fomentando un espíritu servicial.