En la Conferencia Episcopal de Colombia, más de 200 líderes de la Iglesia Católica, con representantes de América Latina y el Caribe, se reunieron el 23 y 24 de septiembre, para reflexionar sobre la biodiversidad y el cuidado de la “Casa Común”. Este evento, enmarcado en el encuentro eclesial previo a la COP16, tiene como objetivo identificar prácticas de ecología integral promovidas tanto por la Iglesia como por la sociedad civil, con el fin de promover la Paz con la Naturaleza.
Los representantes de la Iglesia Católica, iluminaron este espacio de reflexión sobre los desafíos ambientales y el papel de las comunidades eclesiásticas. Monseñor Paolo Rudelli, Nuncio Apostólico, Monseñor Germán Medina, representante de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), Mons. Gustavo Rodríguez, presidente Cáritas LAC, el Padre Pedro Brassesco, Secretario Adjunto del CELAM, y Mauricio Cabrera Leal, Viceministro de Políticas de Normalización Ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible se refirieron a la importancia de ver el Cuidado de la Casa Común de una manera Integral: “Es momento de escuchar profundamente el llamado de la tierra y de los pobres” y reconocer necesidad urgente de un cambio integral que ponga en el centro a la persona humana y su relación con la creación.
En el marco del encuentro eclesial previo a la COP16, la Iglesia Católica, reafirmó su compromiso con el cuidado de la casa común, el respeto por la biodiversidad y el desarrollo de iniciativas sostenibles en colaboración con comunidades indígenas, campesinas y diversas organizaciones territoriales. Este evento, liderado por la Conferencia Episcopal de Colombia, el Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana, CELAM, Cáritas Latinoamérica y el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, celebrado en preparación para la COP16 en Cali, reunió a obispos, líderes comunitarios y expertos en medio ambiente para reflexionar sobre los desafíos que enfrenta Colombia y el mundo en materia de biodiversidad y ecología integral.
La Pastoral Social Cáritas Colombiana, junto con Cáritas América Latina y el CELAM, subrayaron la importancia de construir “Comunidades de Ecología Integral”, integrando a universidades católicas y expertos en un diálogo basado en evidencia científica y espiritual. Este diálogo busca respuestas concretas al cambio climático y la destrucción de la Amazonía, considerada uno de los ecosistemas más vulnerables y esenciales para la vida en el planeta.
El evento se centró en la interconexión entre la crisis social y ecológica que enfrenta el planeta. Líderes y expertos, como Pbro Pedro Hughes del CELAM y Víctor Genina PhD, Cáritas Internationalis, expusieron la necesidad de una conversión ecológica y un cambio en el estilo de vida, alineado con la visión del Papa Francisco. En su discurso, el Papa ha insistido en que no puede haber un cuidado adecuado de la tierra si no se cuida primero a las personas, destacando la necesidad de una “fraternidad universal” que reconozca la relación intrínseca entre la humanidad y la naturaleza. +a Pastoral Social Cáritas Colombiana, junto con Cáritas América Latina y el CELAM, subrayaron la importancia de construir “Comunidades de Ecología Integral”, integrando a universidades católicas y expertos en un diálogo basado en evidencia científica y espiritual. Este diálogo busca respuestas concretas al cambio climático y la destrucción de la Amazonía, considerada uno de los ecosistemas más vulnerables y esenciales para la vida en el planeta.
Durante el Encuentro Eclesial previo a la COP16, Fray Alfonso Murad, de la Facultad Jesuita de Filosofía y Teología (FAJE) en Belo Horizonte, Brasil, ofreció una reflexión desde una perspectiva teológica y espiritual. Explicó que para comprender verdaderamente la biodiversidad es esencial tener una visión integral de la tierra como “Casa Común”. Apoyado en las palabras del Papa Francisco, Murad resaltó que “todo está conectado”, y que la biodiversidad no solo abarca las especies que habitan el planeta, sino también la diversidad genética dentro de ellas. Esta diversidad humana, marcada por etnias y pueblos, forma parte del entramado de la creación, en el que cada especie contribuye al equilibrio del ecosistema.
Murad también destacó la importancia del trabajo de las organizaciones populares, eclesiales y gubernamentales, y de las universidades católicas en la promoción de tecnologías sostenibles y en la lucha contra problemas ambientales como la contaminación de ríos. Hizo hincapié en la necesidad urgente de políticas ambientales que enfrenten estos desafíos, subrayando que la cooperación entre comunidades, la Iglesia y otras instituciones es esencial para preservar la biodiversidad.
La Investigación y la Defensa de la Ecología Integral
Martha Lucía Márquez, directora del CINEP, abordó la importancia de la investigación académica en el cuidado de la biodiversidad y la crisis climática. Márquez recordó cómo en los años 80, investigadores del CINEP fueron asesinados mientras defendían el Páramo de Sumapaz, demostrando el peligro de defender el medio ambiente en un contexto de violencia. A pesar de estos desafíos, el trabajo del CINEP ha evolucionado, adoptando una visión más integrada de la ecología, donde se conectan las relaciones entre Dios, el prójimo y la tierra, una conexión profundamente alineada con la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco.
El concepto de ecología integral conecta lo espiritual, lo social y lo ecológico. Murad y Márquez coincidieron en que esta visión reconoce la centralidad del ser humano como criatura corporal y espiritual, pero en igualdad con las demás criaturas de la tierra.
La “economía del cuidado”, un enfoque que aboga por la protección de la vida en todas sus formas, también fue parte central del diálogo. Esta economía implica el cuidado de los niños, los ancianos, la producción de alimentos y la sostenibilidad del hogar, todo vinculado a la biodiversidad. La ecología integral, por tanto, no solo busca proteger el medio ambiente, sino también promover una justicia social y económica que abarque los derechos humanos.
Los panelistas concluyeron con una serie de reflexiones que subrayan la importancia de conservar el mundo en lugar de destruirlo. Dios, como creador, ama la vida y llama a la humanidad a cuidar la naturaleza. Con más biodiversidad, los ecosistemas se hacen más resistentes, y las especies que sobreviven son aquellas que interactúan más con otras.
Se hizo un llamado a introducir la ecología como parte de la fe cristiana, articulando el trabajo con la academia y la investigación para potencializar las pastorales sociales y promover la gestión ambiental en los espacios de la Iglesia. El evento también destacó la necesidad de fomentar la producción agroecológica, apoyar procesos alternativos con tecnología, y acompañar a las comunidades en la lucha por derechos fundamentales como el acceso al agua.
Dialogo entre iniciativas y acciones
Las y los líderes se unieron en mesas de trabajo para discutir diferentes temas en total fueron 4 paneles.
En el Panel 1: Protección de la Diversidad Biológica, Seguridad Alimentaria y Economías Solidarias, se resaltó la importancia de encontrar un equilibrio entre la preservación del medio ambiente y el desarrollo económico sostenible. Las experiencias compartidas por la Federación de Productores Amazónicos de Bolivia y el proyecto de manejo sostenible en Colombia subrayaron la necesidad de promover prácticas agrícolas y ganaderas responsables que no solo mejoren la seguridad alimentaria, sino que también contribuyan a la lucha contra el cambio climático.
El panel concluyó que las economías solidarias basadas en la agricultura y la ganadería responsable pueden ofrecer una alternativa viable frente a las economías ilegales, promoviendo el cuidado de la Casa Común y una vida más digna para las comunidades rurales.
El Panel 2: Derechos Humanos y Paz con la Naturaleza abordó la profunda conexión entre los pueblos indígenas y su entorno natural, destacando cómo sus prácticas ancestrales están intrínsecamente ligadas al cuidado del medio ambiente. Se evidenció que la cosmovisión indígena no solo implica un compromiso con la biodiversidad, sino también una resistencia activa frente a las amenazas del extractivismo y los actores armados en sus territorios.
El papel de la Iglesia en estos contextos fue clave, especialmente en el acompañamiento pastoral y la denuncia de las injusticias. En medio de estas adversidades, el trabajo comunitario y el tejido social de las comunidades emergen como la principal forma de resistencia. Las mujeres, en particular, han asumido un rol importante al denunciar las violaciones de derechos humanos y al anunciar alternativas de paz con la naturaleza.
El Panel 3: Restauración, Resiliencia y Protección de la Biodiversidad para la Adaptación al Cambio Climático destacó iniciativas que integran el cuidado del medio ambiente con el desarrollo comunitario. Un ejemplo fue la Escuela de Acuicultura y Pesca en el Canal del Dique, que impulsa un modelo de aprendizaje práctico sin elementos industriales, promoviendo la sostenibilidad y la justicia social. En la Sierra Grande de Santa Marta, se ha avanzado en la restauración de 349 hectáreas de manglares, con un enfoque en la capacitación de la comunidad, especialmente jóvenes y madres cabeza de familia.
Ambos proyectos resaltaron la importancia de formar líderes locales y fortalecer el tejido social mediante habilidades blandas, educación ambiental y participación política.
El Panel 4: La participación de las Comunidades Locales y las Mujeres en el Cuidado de la Creación resaltó la importancia del rol de las mujeres en la gestión de los recursos naturales y la preservación del medio ambiente. En el Bajo Chaco, región que abarca Paraguay, Argentina y Bolivia, la pastoral social ha implementado programas de seguridad alimentaria, distribución de semillas y construcción de pozos, enfrentando desafíos como la deforestación y la escasez de agua potable. Las mujeres juegan un papel central en estos esfuerzos, participando activamente en la capacitación y el trabajo comunitario.
En Colombia, la Red Regional de Acueductos Comunitarios gestiona el agua en 13 municipios, destacando la importancia de la gestión solidaria y comunitaria del agua como un bien común. El proyecto “Guardianes del Agua” fomenta la educación en nuevas generaciones para la protección de los ecosistemas.
En el segundo día del encuentro, se generó una conversación sobre el papel de la Iglesia en el cuidado de la biodiversidad, donde los participantes se organizaron en mesas de trabajo. Se enfatizó la importancia de la paz social y ambiental como ejes estratégicos y se propusieron estrategias clave para enfrentar los desafíos actuales.
La primera estrategia es la formación, que busca crear conciencia sobre la ecología integral entre los bautizados y en la sociedad, especialmente involucrando a los jóvenes y adaptando metodologías a cada territorio. La segunda es la incidencia, promoviendo sinergias entre la Iglesia y actores públicos y privados, apoyando observatorios ambientales y protegiendo zonas amenazadas.
La tercera estrategia es la recuperación de saberes ancestrales, valorando las tradiciones indígenas y campesinas como guardianes de la casa común e impulsando iniciativas como bancos de semillas. Por último, se propuso el intercambio de experiencias, fomentando la creación de un banco de ideas para compartir buenas prácticas, destacando el concepto de “parroquias verdes” como ejemplos de sostenibilidad.
La diversidad cultural se considera enriquecedora para fomentar un diálogo social más amplio que impulse la conversión ecológica, involucrando aspectos sociales y políticos. La Iglesia debe articularse con la academia, promover prácticas agroecológicas y crear espacios ecológicos para fortalecer su compromiso.
Entre las conclusiones, se destaca la necesidad de que la Iglesia tenga una voz profética más fuerte para denunciar crímenes ambientales y crear redes de reconocimiento de experiencias positivas. Se propuso repetir estos espacios para evaluar avances y compartir experiencias, resaltando la importancia de pasar de la conciencia a la sensibilidad en el cuidado de la tierra.
Finalmente, se destacó la necesidad de colaborar con entidades que promuevan la protección de la biodiversidad, respetando los saberes ancestrales, y la importancia de la formación del clero en derechos humanos. Contamos con la participación del viceministro de Políticas y Normalización Ambiental, Mauricio Cabrera Leal, quien destacó la importancia del sector ambiental en el contexto de la crisis climática, de contaminación y de biodiversidad que enfrenta la sociedad moderna.
Resaltó que estos desafíos han llevado a una creciente reflexión sobre las prácticas de intervención en el territorio y los conflictos resultantes, especialmente en Colombia. Abordó la necesidad urgente de adoptar buenas prácticas territoriales y de promover un acceso equitativo a los recursos naturales, en línea con los compromisos del Convenio de Diversidad Biológica.
El viceministro mencionó un ejercicio de diálogo social que ha involucrado a más de 16 mil personas, con el objetivo de fomentar la participación ciudadana y la creación de alianzas entre organizaciones para la protección de la biodiversidad y la justicia social.
Además, enfatizó la importancia de desarrollar un modelo de economía basada en la biodiversidad para generar bienestar y empleo, así como la necesidad de financiar estas iniciativas de manera sostenible. En conclusión, hizo un llamado a la colaboración de la sociedad civil y las comunidades para materializar acciones concretas que protejan el medio ambiente y fomenten un desarrollo equitativo.
Este encuentro fue un avance en la creación de una hoja de ruta para la COP16, sentando las bases de futuras acciones conjuntas en el cuidado de la Casa Común, con un enfoque de paz y justicia tanto para la naturaleza como para la humanidad.