Emergencia humanitara causada por Covid 19 – Población afectada 5

22 May 2020

Población afectada 

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que la tasa de pobreza aumentará del 30,3 al 34,7 por ciento, lo que significa una subida a 28,7 millones de personas este año, y la de pobreza extrema tendría un aumento del 11 al 13,5 por ciento (16 millones de personas). Los trabajadores y trabajadoras colombianas ya están siendo impactados por las medidas que se están llevando a cabo por empleadores, actualmente en Colombia, 3625 empresas han solicitado requerimientos para hacer modificaciones en su planta de personal, 1070 han sido para informar que se suspendieron contratos de trabajo, 645 pidiendo autorización de suspender actividades por 120 días y 12 de ellas pidieron al Ministerio de Trabajo que les permitieran hacer despidos colectivos, 1710 requerimientos fueron interpuesto por los trabajadores, alegando violación de sus derechos con ocasión de la emergencia sanitaria.

Son múltiples las afectaciones y las poblaciones que están siendo impactadas por la emergencia causada por el Covid-19. Entre los grupos más vulnerables dada la situación que se afronta, se encuentran las mujeres, los niños, niñas y adolescentes, adultos mayores, la población indígena y afrocolombiana, la población desplazada víctima, la población migrante, las personas privadas de su libertad y líderes, lideresas y personas defensoras de derechos humanos.

Es importante ampliar y profundizar la atención a estas poblaciones, ya que el impacto del coronavirus abrirá aún más las brechas en su acceso a sus derechos económicos, sociales y culturales básicos, considerando que estos grupos de personas son víctimas de discriminación múltiple e interseccional, y que estas discriminaciones se exacerban en situaciones de crisis como la actual (Esta reflexión puede profundizarse consultando la Guía práctica de respuestas inclusivas y con enfoque de derechos ante el Covid-19 en las Américas. Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad (SARE). OEA. 2020).

Estamos y seguiremos viviendo en el próximo período, un proceso profundo de crisis y recesión, no sólo desde el punto de vista económico, sino también en las dimensiones sociales, políticas, culturales y ambientales, relacionadas a la existencia de la vida, donde se encuentra que uno de los grandes desafíos de la grave crisis actual que afecta globalmente a los más pobres y vulnerables, es garantizar alimentos de calidad para la población, y todos aquellos otros servicios que dan calidad de vida, como agua potable, luz eléctrica, educación y medicamentos (Esta reflexión puede profundizarse consultando el Comunicado de Caritas de América Latina y el Caribe “Solidaridad ante la pandemia del Covid-19 y ante sus efectos en las economías y sociedades”).

En medio de esta crisis, la población migrante y refugiada proveniente de Venezuela es una de las que se ha visto más gravemente afectadas. El pasado 6 de mayo de 2020, el Grupo Interagencial de Flujos Migratorios Mixtos (GIFMM) publicó una evaluación rápida de necesidades de la población migrante y refugiada ante el Covid-19. A través de encuestas telefónicas a más de 700 familias venezolanas en 17 departamentos del país, pudo identificarse que a partir de la emergencia sanitaria y las medidas de prevención tomadas, las condiciones de vida de esta población se han visto gravemente afectadas.

El 95% de los encuestados refirió presentar necesidades en términos de alimentación, el 53% problemas asociados al alojamiento y a la vivienda y el 45% no poder acceder a empleo o a medios de vida. En el informe puede verse como en comparación a los meses anteriores a la crisis sanitaria la insatisfacción de estas necesidades era menor y como además, han impactado las relaciones familiares. Esta evaluación puede encontrarse en:  https://r4v.info/es/documents/download/76031.

Ahora bien, las afectaciones no son solamente en términos socioeconómicos sino que también la pandemia y las medidas de aislamiento han afectado a las poblaciones a nivel psicosocial. Entre las principales dificultades derivadas de la emergencia se resaltan:

-Ansiedad: producto de la dificultad para cubrir los gastos del mes (servicios públicos, arrendamiento y abastecimiento de alimentos) cuando se vive del día a día (comercio informal, trabajo paga diario). Esta situación permite la mercantilización de las condiciones de vulnerabilidad, un ejemplo de ello son las propuestas de trabajo sexual remunerado para hombres y mujeres como una forma de solucionar la precariedad laboral agudizada por la crisis.

-Cambios emocionales y respuestas desadaptativas en los menores de edad: los niños, las niñas y los adolescentes presentan rupturas en sus rutinas y con ello cambios emocionales que generan respuestas estresantes. Se presenta el riesgo de la incorporación de respuestas agresivas como patrones de comportamiento que luego puedan configurarse como formas de ser.

-Problemas de pareja: el aislamiento difumina los límites entre los espacios públicos, privados e íntimos, incorporando nuevas variables a la vida de pareja como los costos del mes, la flexibilización de horarios, el cuidado de los menores, la falta de empleo o la suma del empleo y el trabajo en casa. Los altos niveles de estrés generan discusiones, agresiones verbales y/o físicas.

El acompañamiento psicosocial actúa desde la promoción de la dignidad humana y el reconocimiento de redes de apoyo. La piedra angular es el planteamiento de que ninguna decisión es libre si pone en entredicho el valor de la persona. Por ello la mercantilización de las necesidades, las respuestas desadaptativas de los niños, niñas y adolescentes y las agresiones en pareja, se orientan inicialmente desde la escucha para el reconocimiento del problema y su posterior contención y/o prevención. El seguimiento también se realiza apoyados en las estrategias en salud municipal como líneas de violencia contra la mujer y desde el enfoque de protección a la primera infancia a través del enlace institucional.

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