El Legado del Papa Francisco: Cómo el Papa consolidó la Labor Social de la Iglesia a Través de Cáritas en Colombia y el Mundo.

21 Abr 2025

El mundo católico y la sociedad en general lamentan profundamente la partida del Papa Francisco, su pontificado marcó un hito en la historia de la Iglesia contemporánea. Para Colombia, su pérdida tiene un significado especial, pues entendió y abrazó con singular profundidad nuestras realidades sociales, políticas y espirituales.

Su visita en 2017 fue un encuentro transformador que dejó huellas imborrables en nuestra historia de construcción de paz. En Villavicencio, frente a las víctimas del conflicto armado, el Santo Padre nos dio una lección magistral de reconciliación cuando dijo: “Los pequeños gestos de perdón diario son los que realmente rompen las cadenas de la violencia”. Estas palabras fueron el fundamento de numerosas iniciativas de paz que hoy florecen en nuestro territorio.

En el marco del pontificado transformador del Papa Francisco, la labor de Cáritas en el mundo adquirió una relevancia sin precedentes como expresión concreta del amor cristiano. Bajo su guía espiritual, esta red presente en más de 160 países se convirtió en testimonio vivo de que “la caridad no es un gesto ocasional, sino una actitud permanente de servicio”, como él mismo afirmó en su mensaje a Cáritas en 2021. El Santo Padre vio en las Cáritas, no simplemente un brazo asistencial de la Iglesia, sino la encarnación misma del mandato evangélico de amar al prójimo.

El pontífice argentino desafió radicalmente los paradigmas tradicionales de la asistencia social. Insistía que “no basta con dar pan; hay que acompañar”, convirtiendo esta máxima en el eje de programas integrales que combinan alimentación con educación, formación laboral y defensa de derechos humanos. Bajo su inspiración, Cáritas Colombiana asumió un rol profético, denunciando estructuras de injusticia y acompañando a trabajadores informales, víctimas de trata, migrantes y comunidades vulnerables. Su enseñanza sobre ecología integral también permeó la labor de nuestro organismo eclesial, manifestándose en proyectos como empresas sociales sostenibles, restauración de bosques uy la defensa de los principales biomas críticos como la Amazonía.

En Colombia, este legado se ha traducido en acciones transformadoras, donde la provisión de alimentos va acompañada de capacitación técnica y acompañamiento psicosocial. En las fronteras, los centros de atención a migrantes operan bajo el principio de que “la caridad es restitución de dignidad”. Desde Cáritas nos hemos propuesto un enfoque centrado en la dignidad humana que con herramientas psicosociales, formaciones para la resiliencia, cohesión social, los planes de vida comunitarios y las capacidades de las organizaciones sociales y eclesiales para la incidencia política, buscan avanzar y sacar adelante procesos y proyectos de largo aliento, que siempre beneficien a las comunidades de las zonas más apartadas del país.

El mensaje del Papa Francisco a Cáritas y a toda la Iglesia sigue resonando con urgencia: “Hagan lío, sirvan con amor concreto”. Hoy, cuando el mundo llora su partida, esta red global demuestra que la Iglesia es una madre que abraza, cura y transforma. En Colombia, donde su legado es especialmente querido, el desafío sigue siendo hacer realidad su visión de una Iglesia pobre para los pobres, que no tema entrar de lleno en el servicio. Este es el camino que nos trazó y el mejor homenaje que podemos ofrecer al pastor que nos mostró que la verdadera revolución es la de la ternura.

El enfoque del Papa Francisco sobre la migración tuvo un impacto profundo en nuestras fronteras. Su frase “los migrantes no son números, son rostros que claman justicia” (Fratelli Tutti) se hizo tangible en Centros de Atención Integral al Migrante, donde se ofrece desde atención psicosocial y orientación para la regularización migratoria.

La teología de Francisco sobre la ecología integral también echó raíces profundas en nuestro territorio. En el Caquetá, campesinos que antes talaban bosques ahora producen cacao sostenible, que combina reforestación con generación de ingresos.

El Papa Francisco nos mostró que la fe no se vive en templos cerrados, sino en las calles de nuestros pueblos. Hoy, cuando nos deja físicamente, su espíritu sigue vivo en cada comedor comunitario, en cada iniciativa de paz,  en cada gesto de reconciliación que florece en nuestro país.

Como él mismo nos dijo durante su visita: “Colombia tiene en sus manos la semilla de la paz. Ahora es tiempo de regarla con perseverancia”. Este es el desafío que nos deja y el mejor homenaje que podemos ofrecer al pastor que nos enseñó que la verdadera revolución es la de la ternura. En Cáritas Colombiana, en las parroquias más humildes, en las comunidades indígenas y afro que tanto amó, su legado seguirá creciendo, porque como bien dijo Francisco: “El amor nunca es un archivo muerto, sino una fuerza viva que transforma la historia”.

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