La seguridad económica y la soberanía alimentaria contribuyen al desarrollo humano de la población rural del departamento del Cauca, a través del intercambio de semillas, los cultivos diversificados, la comercialización de productos propios en los mercados campesinos y el empoderamiento de las mujeres que cultivan alimentos en sus territorios y consolidan su independencia económica. Estas iniciativas surgen como respuesta a las dinámicas de desigualdad que existen en el campo colombiano, el acceso a alimentación no nutritiva y la apropiación de las comunidades con su territorio Macizo Colombiano, símbolo de diversidad y resistencia, y son apoyadas por CAFOD por medio del proyecto “fortalecer las capacidades comunitarias y organizacionales en seguridad económica, soberanía alimentaria y nutricional” con el mejoramiento de prácticas agrícolas, participación igualitaria, reconocimiento del trabajo de las mujeres, economías de paz, fortalecimiento de redes y asociaciones, enfoque de género, protección del medio ambiente, recursos económicos, entre otras acciones que están mejorando la calidad de vida de los pobladores en los departamentos de Cauca, Chocó y Putumayo.
Estas iniciativas son vitales para el progreso de las regiones y el mejoramiento de la calidad de vida de comunidades históricamente marginadas, por ello, CAFOD reunió las experiencias de los tres departamentos en el Bordo Patía y Lerma – Cauca para conocer de cerca las buenas prácticas y las lecciones aprendidas de los procesos de Néstor Navarro, con su método de acodo aéreo y la diversificación de cultivos en su pequeña parcela; Herney Ruíz, guardián de semillas nativas y criollas, líder de la Escuela Agroambiental y productor transformador de la hoja de coca para consumo humano; Antonio José Valdez, firmante de paz cultivador de melón, sandía y limón tahití; Olga Truque, mujer maciceña, pionera de la alimentación sana y saludable, comerciante en los mercados campesinos y activista de los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres cultivadores a través de la Organización del Comité de Integración del Macizo Colombiano CIMA, la Unidad Patía CIMA y el Proceso de Mujeres “Polinizando vida, tradición y cultura”; Diana Carolina Jansasoy, productora de panela en bloque y lideresa de una huerta casera, Ingrid Rocío Hoyos con cultivos transitorios de autonomía alimentaria y conservación de semillas nativas y criollas; Padre Carlos Andrés Carreño de la parroquia San Antonio de Padua con trabajo comunitario, establecimiento de biodigestor y recuperación de semillas nativas de Cacao; Lilia Molina Morales, productora de yogurt nutritivo con cristales de sábila libre de conservantes químicos; y Catalina Gamboa, mujer maciceña que realiza acciones de cuidado con el medio ambiente, buen uso del suelo y soberanía alimentaria con la Huerta Revuelta para empoderar a las mujeres campesinas y hacerlas participes de su transformación a través de su independencia económica.
Un encuentro que tejió nuevos conocimientos entre mujeres, hombres y jóvenes que habitan territorios diversos, prácticas que serán replicadas en sus lugares de origen y una narración poética que construyeron las personas que participaron, y que recoge los sentires de este intercambio de experiencias.
Una aventura en el Macizo Colombiano
Érase una vez un grupo de viajeros de diferentes regiones que decidieron encontrarse en el majestuoso lindo cerro de Lerma y sus hermosas curvas. Un cerro muy reconocido a nivel nacional e internacional.
Se encontraron para vivir una aventura que cambiaría sus vidas. Alegres y entusiastas se pusieron a explorarlo para conocer sus secretos. No llevaban ni mil pasos, todos fatigados y extenuados, decidieron regresar y dirigirse al río. En medio del camino se encontraron con un hermoso paraíso, donde había cantidad de árboles que jamás habían visto. Una hermosa conexión entre ramas, hojas y raíces que se apoyaban mutuamente.
Había árboles frutales y plantas medicinales que contaban la historia de aquella memoria de nuestros ancestros, dejándonos una lección de vida, para reconocer la riqueza que tenemos y la importancia de cuidar la tierra.
Retornaron a sus territorios para replicar aquella hermosa experiencia donde el río, las piedras, las semillas, los árboles y la ecología integral empezaron a ser parte de sus vidas y en cada encuentro que tenían con la naturaleza, estos cobraban vida, dejando un legado de buenas experiencias para no olvidar que la riqueza que tenemos en frente de nosotros y nosotras es nuestra responsabilidad para cuidarla y conservarla.