En el departamento del Cauca las acciones bélicas de los actores armados vienen afectando profundamente a las comunidades que habitan los territorios más periféricos, enfrentando situaciones de desplazamiento, reclutamiento infantil, explosiones y otras vulneraciones de Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario.
Las acciones violentas de los grupos armados de las FARC y la suspensión del cese al fuego por orden del presidente Gustavo Petro, luego del asesinato de la lideresa indígena Carmelina Yule Paví en Toribío, recrudeció el conflicto, dejando a la población civil en incertidumbre y temor.
Y en este año en el que el Papa Francisco nos ha invitado a crecer en nuestra fe en el poder de la oración nos dirigimos a quien con su entrega incondicional en la cruz reconcilio en sí mismo todas las cosas derribando todo muro de división y le pedimos “Avive nuestro compromiso con los grandes valores del evangelio, porque necesitamos comprender que ´todo ser humano es nuestro hermano´, aun cuando se comporte como un enemigo, y que jamás podremos ser felices ´los unos contra los otros´ porque ´no hay paz sin justicia y no hay justicia sin amor y perdón´. ¡Jamás el futuro de nuestro país y de nuestro departamento podrá cimentarse sobre la violencia, sobre el terrorismo o la lógica de la guerra!” (Cfr. Oración de Caritas Internacional por la paz de Colombia). Por eso hoy con San Pablo “suplicamos en nombre de Cristo: dejémonos reconciliar por Dios” (II Cor.5,20).
Como Iglesia Católica de Colombia, nos unimos al comunicado público que emite la Arquidiócesis de Popayán y hacemos un llamado al Estado una respuesta urgente a esta compleja situación de intensa violencia, para proteger la vida e integridad de las personas que viven en el Cauca, territorio de vida.